Punto y aparte

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Por fin el mundo se para también para mí. En las próximas tres semanas estaré preocupado de descubrir la parte del universo que no conozco. Tendré por fin tiempo para perder el tiempo, para leer horas y horas, para quedarme por la noche sin la angustia de tener que madrugar al día siguiente, para salir a correr por el monte y podré dedicar mañanas enteras a pensar exclusivamente sobre el lugar ideal en el que echarme una siesta que luego al final nunca me echaré. Efectivamente, mañana me voy de vacaciones. Para mí, como ya expliqué en el anterior post, el verano supone una especie de periodo de balance en el que olvidar un poco lo malo del año pasado, destacar lo bueno, hacer borrón y cuenta nueva y acabar cosas que estuviesen empezadas. Una especie de punto y aparte. Por eso esta semana he abierto y degustado dos discos que tenía comprados y sin abrir en algún lugar del caos que hoy por hoy es mi casa y que al pertenecer a esté etapa prefería no encontrar vírgenes a la vuelta.

El primero de ellos es el último trabajo de ese tardío pero prolífico artistas conocido como Ron Sexmith, “Exit Strategy of the Soul”. El canadiense es de esos músicos que sin ser un artista realmente oscuro, puesto que sin ser un superventas si tiene un aforo más o menos suculento y suficiente como para vivir del talento propio, reúne en su entorno una cantidad de elogios prácticamente abrumadora. No conozco a nadie que conozca su trabajo y no lo considere un artista sobresaliente. Decir su nombre es sinónimo de calidad musical y un cierto toque de exquisitez que, reconozcámoslo, nos gusta a los moradores del lado menos evidente de la música.

Cuenta la leyenda que el amigo Ron fue un músico de reconocimiento tardío. Fuera de sus escarceos musicales como adolescente y alguna cinta auto editada, no publicó un disco propiamente dicho hasta la edad de 30 años cuando por entonces vivía de su sueldo como cartero. Todo ello desde luego no ha sido óbice para que a día de hoy sea propietario de una envidiable destreza en el manejo más artístico de la seis cuerdas, una más que particular y excelente voz además de una discografía amplia y poderosa. Con este último trabajo (y si no me fallan mis estadísticas) son ya 10 los discos (de larga duración) que ha editado nuestro homenajeado lo que no está desde luego nada mal.

Lo único criticable de Ron Sexmith, siempre desde mi humilde punto de vista, es su rigidez de estilo y el poco riesgo artístico que asume en cada uno de sus trabajos, lo que hace que su obra aparezca como demasiado homogénea y en cierto modo predecible. Es muy difícil distinguir entre sus discos porque todos parecen muy parecidos en forma y contenido. Es muy difícil reconocer una canción asociada a un disco concreto ya que apenas se distinguen elementos diferenciables entre cada uno de sus álbumes en cuanto a estilo, temática, producción, sonido o aspectos de este tipo. Esto para mucha gente es algo imperdonable y para otra mucha no. Para gustos los colores, evidentemente. Particularmente me gustan más los artistas que asumen ciertos riesgos (saliendo airoso de la apuesta) y que tienden a aburrirse de repetirse en su fórmula pero este concepto es sumamente ambiguo y difícil de definir sin caer en el esnobismo o la demagogia. Además, el nivel compositivo de Ron Sexmith es tan alto y tan bueno, escribe tan buenas canciones y hace tan bien lo que sabe hacer que nunca me resisto a comprarme su último disco.

Lo que si me da es cierta pereza para escucharlo por primera vez y por eso probablemente he tardado más de la cuenta en abrir este. Como novedad destacable en esta nueva entrega encontramos que esta vez lo ha realizado con un productor diferente y parte del álbum se ha grabado en la isla de Cuba, lo cual no deja de ser algo meramente anecdótico teniendo en cuenta que suena exactamente igual que los anteriores. Vale que podemos distinguir tímidamente los genuinos arreglos de viento o alguna lejana percusión pero el corazón de todas y cada una de las canciones sigue siendo del particular y fácilmente reconocible sonido Ron Sexmith. Un envidiable y excelente sonido, por cierto. Sin embargo este disco me ha gustado algo más que su anterior “time being”, quizás porque me recuerda más a mi disco favorito de Ron Sexmith que es aquel titulado “destination unknown”. Me he dado cuenta escuchando esta nueva entrega que disfruto mejor el Ron Sexmith más acústico. Un disco precioso para escuchar en cualquier momento, prestando atención o no.

El Power-Pop es un estilo bastante difícil de definir y catalogar por la multitud de referencias que en teoría caen dentro de su grado de acción pero paradójicamente tremendamente hermético para los aficionados más radicales del genero. Personalmente he consumido mucho Power-Pop (dogmático y hereje) pero reconozco que he llegado a saturarme de ese estereotipo de grupo normalmente americano, de guitarras más o menos potentes, temática similar, arreglos similares, marcas de instrumentos similares, formaciones similares, timbres de vos similares, etc. Aconsejado por un buen amigo, talibán de esta religión Power-Pop, me compré a principio de año el último trabajo de un tal John P. Strohm, “Every day Life" pero después de escucharlo unas cuantas veces enseguida lo incluí en esa categoría de grupo que ni fu ni fa. Por poco me deshereda y me retira el saludo quien me incitó a comprarme el disco cuando se lo insinué pero me he propuesto ser sincero, al menos en este blog, así que reconozco que eso es lo que ocurrió. No es que el disco fuese malo, porque no lo es, pero a mi no me dice nada a destacar con respecto a otros discos del mismo tipo.

Cuando comenté este hecho con otros puristas del género me dijeron que ese disco concreto no era lo mejor de la carrera de John P. Strohm y que lo que tenía que hacer era hacerme con su “obra maestra”, un disco titulado “Vestavia”. Eso es lo que hice. Lo compré (es difícil de conseguir), lo dejé en el armario y esta semana lo he abierto y escuchado con detenimiento. Pues bien, me quedo igual. Otro disco tan bueno o malo como el anterior (en realidad me gusta más el otro) y sin francamente muchas diferencias en las cosas que hacen a las músicas pop diferentes. Insisto, no es un mal disco pero tampoco me dice nada emocionante. Probablemente es que para mi el Power-Pop necesita incluir al menos alguna canción redonda en los discos para que estos suban de categoría y yo no soy capaz de encontrar ninguna en ninguno de los dos que tengo.

Y bueno, para terminar esta sesión de posts de la temporada, he repescado esta semana un disco muy antiguo que descubrí un magnífico verano que pasé hace unos años por tierras californianas tocando y divirtiéndome con mis amigos de los Happy Losers. Se trata del magnífico “Birthday” de los Association. Durante una época, que coincidió con esos años, yo estaba muy obsesionado por los grupos de pop orquestal que bebían de las fuentes del pop psicodélico de mediados de los años 60. En la costa oeste estadounidense se denominó a todo ese efímero pero interesante movimiento como Sunshine-Pop. Uno de los mejores representantes de ese género (sino el mejor) son los Association, un grupo que si bien no disfruto de las mieles del éxito masivo si que tiene un nutrido puñado de canciones maravillosas y LP’s interesantes que todo amante del pop más melódico debería conocer. Este “Birthday” es un buen ejemplo.

¡Hasta Septiembre!

Sonando ahora mismo en mi ipod:

Circling the CircumferenceThe Trash Can Sinatras
("Cake" - London/1990)

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