Mostrando entradas con la etiqueta Flight of the conchords. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Flight of the conchords. Mostrar todas las entradas

Selección sonora

|
Los seres humanos podrían dividirse de forma relativamente fácil entre aquellos que se sienten desarrollados a medida que logran parecerse más o menos al grueso de los comunes y aquellos que les ocurre justo todo lo contrario. De entre estos últimos los hay que su diferencia tiene que estar fundada en profundos aspectos internos de la personalidad y los que fundamentan el éxito de su autenticidad precisamente en los aspectos externos de la misma, es decir en lo que parecen a los ojos de los demás por encima de lo que realmente son. Estos últimos presentan una necesidad de constante renovación en su escaparate y que lo que muestren al mundo (lo entiendan o no) sea tan genuino que sólo ellos lo pueden mostrar. Entiendo por tanto que a estos últimos en general no les interesará mucho lo que normalmente dice un servidor en este rinconcito del hiperespacio que regento pero seguro que hoy les interesará todavía menos.

Y es que esta semana tan corta no tenía ganas de intentar descubrir nuevas tendencias en la moda, la película de género austrohúngaro de moda, la serie de culto que cambiará mi vida o el disco que ocupará la posición 32 en las listas que dentro de 8 meses, cuando se publique lo mejor del año, poblarán los quioscos más in. Esta semana he decidido dedicarme a repescar las cosas relacionadas con la música que más me han gustado a lo largo de este trocito de 2008 que llevamos andado.

Una de estas cosas que me ha tocado más la fibra (y ni siquiera es de este año sino del anterior) es una preciosa película irlandesa que se llama Once. Supongo que como ya he avisado no estoy descubriendo nada con esto porque es un trabajo que ha recibido multitud de parabienes en multitud de festivales y existen miles de crónicas y críticas que explicarán mejor que yo lo que significa algo así en mitad de la oferta cinematográfica actual. Aun así, la humilde cabecita que escribe esto no le importa manifestar humildemente que le parece simplemente una maravilla de película capaz de meterse como un líquido inofensivo pero imparable en lo más profundo de tus sentimientos y hacerlo además sin hacer daño y sin querer. Parece mentira que una historia de amor tan simple como las de verdad, una historia de amor en donde los protagonistas no se dan un solo beso, una historia que no se sabe ni donde empieza ni donde acaba, y un metraje de 90 minutos de película donde casi todo el tiempo está sonando una guitarra y una voz cantando música original que nunca habías escuchado antes, produzca la sensación que me dio a mi la primera vez que vi la película. Supongo que la definición de talento es aplicable cuando todo lo anterior aparece a la vez de una forma tan sencilla, natural y creíble que además emociona. Probablemente me pillase en un momento no precisamente robusto de ánimo pero reconozco que me puse a llorar como una magdalena cuando terminó la película. No de pena ni de alegría ni de rabia sino de pura belleza.

La película es en parte la maravillosa banda sonora que la soporta. Una colección de canciones íntimas de un tal Glen Hansard (ayudado por su pareja en la película y en la vida real), un músico/actor irlandés de éxito fundamentalmente local al que podemos localizar en aquella otra joya de la filmografía de tintes irlandeses llamada The Commitments (era el guitarrista pelirrojo). La música es una especie de Damien Rice (otro irlandés) ligeramente menos afectado y algo más terrenal que pone los pelos de punta en el contexto de las imágenes construyendo un resultado artístico muy difícil de conseguir aposta. Sin las imágenes la música es igualmente disfrutable y de calidad aunque es inevitable situarlas en un nivel inferior e irremediablemente te recuerda a aquello que una vez has visto. No sé sin embargo que efecto puede producir escuchando el disco sin conocer la película porque no fue mi caso.

En el lado contrario, en lo que respecta al dramatismo, se encuentra una de las series nuevas que más me han gustado. De un tiempo a esta parte me he vuelto muy friki de las series de televisión (fundamentalmente americanas) y como mucho crítico ilustrado, de comercial mala leche y elaborado mal humor, también pienso que es precisamente ahí donde se está haciendo el mejor cine de la actualidad. Como este es un blog de música no voy a habar de los Soprano, The Wire, Six Feet Under, West Wing, Ed o Carnivale pero si de The flight of the conchords.

Creo que la serie no se ha estrenado en España ()¡muy cool!) pero el DVD se puede comprar por Amazon a 20 dólares (con subtítulos en castellano) que es un precio bastante asequible. En teoría se trata de una comedia en la que un par de músicos neozelandeses, que se interpretan a si mismos, pretenden conseguir triunfar con su banda en las calles de Nueva York. La realidad es un disparatado sin sentido plagado de personajes tremendamente frikis, envueltos es situaciones entre lo naive y lo estúpido, que practican ese tipo de sentido de humor absurdo que adoras o detestas. No hay término medio. Aunque no tiene nada que ver con Muchachada Nui es ese tipo de absurdo que o te hace reír o te espanta. A mi reconozco que me hacer reír.

No obstante lo mejor de la serie (sin duda) son las canciones que interpretan sus personajes. Se pueden escuchar a través de su recientemente publicada banda sonora pero ciertamente tiene mucha más gracia escucharlas en el contexto de la serie. Independientemente de la carga de humor que tenga, la calidad musical es bastante más que decente y reconozco que me gusta mucho más de una canción. Recomiendo su escucha aunque sea motivo simplemente de la curiosidad. Lógicamente, por el desarrollo de la trama, el resultado estilístico es muy ecléctico y pasa de la psicodelia, al rap o del soul blanco a la electrónica pero siempre tiene bastante gracia y algunos cortes son verdaderamente notables.

Y bueno para terminar decir que el disco que más me ha sorprendido de lo que llevamos de año es el de Vampire Weekend. El año pasado un amigo mío muy metido en esto de las novedades discográficas me habló de una banda neoyorquina muy interesante pero no le hice caso por varias razones que me incitaban a ello. La primera es que mi amigo encuentra cada semana un grupo maravilloso que revolucionará la música Pop lo que le hace perder credibilidad, sobre todo teniendo en cuenta que ninguno de ellos después lo consigue. La segunda es que era un grupo del que la prensa inglesa hablaba maravillas antes incluso de haber grabado ningún disco (muy sospechoso) y sobre todo porque por lo visto, según decían los mentideros, el grupo en cuestión mezclaba el pop con la música africana. Mal asunto. Me imaginé entonces un grupo de niños de papa con pelito lacio, camisetas de Manu Chao, compromiso social de diseño y amigos en la industria que practicaban una suerte de música con pretensiones, para periodistas, ciertamente soporífera. Me equivoqué.

Es una historia muy larga y aburrida pero un regalo de reyes (un CD de la Orquesta Baobab) me hizo acabar comprándome el disco de Vampire Weekend y pongo a Dios por testigo que no me arrepiento. Sin deslumbrar ni ofrecer una propuesta pretenciosa (yo al menos no lo creo así) me parece una muestra de originalidad y talento a la que desgraciadamente no estoy acostumbrado últimamente donde todo es grandilocuencia, intelectualidad incomprensible y esoterismo. Es cierto que tienen influencias africanas pero básicamente es un grupo de música pop con canciones de música pop, algunas de ellas bastante buenas, por cierto, que utilizan ritmos, sonidos y armonías inspiradas de alguna forma en el folklore africano, pero lo hacen con naturalidad y sin atufar. Como suelen hacer las grandes bandas utilizan sus influencias, sean las que sean, en beneficio de las canciones (y no al contrario) consiguiendo un resultado muy original, fresco e interesante.

Supongo que se harán muy grandes y conocidos (si no lo son ya) pero es de esas cosas que creo que merecen ser destacadas aunque parezca que llegas tarde.

Sonando ahora mismo en mi ipod:

Thrupenny Tears – The Trash Can Sinatras
(Cake - London/1990)