No es mi caso

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Hay mucha gente que cree que pensar demasiado es negativo y algo a evitar. No es mi caso. Admito que pensar puede llegar a ser doloroso e incluso cruel o dañino pero desde luego nunca es algo a evitar. Especialmente si lo contraponemos con esa moderna religión que con tanto entusiasmo abrazan los que recelan de las consecuencias de pesar y por ende no piensan. Yo soy de los que viviendo en Matrix se tomarían la píldora que les saca del engaño. Sin dudarlo.

En la música también existe la misma tendencia. Hay quien entiende que la música Pop es algo superficial y divertido que sólo debe servir para pasar un buen rato en el que olvidar las vicisitudes de la vida y que pierde toda su esencia y encanto cuando pasa la barrera de lo superficial y pretende adentrarse en bosques algo más espesos. Es más, hay mucha gente que no puede creer (ni conoce) que existan opciones dentro del infinito universo de la música, llamémosle pop, que puedan tener el mismo fondo de armario que las obras magnas de lo que socialmente está aceptado como verdadera cultura. Es este tipo de personas que sacan pecho cuando dicen que no van al cine para sufrir o para pensar y por la misma regla de tres ni se plantean que un disco pueda esconder toda una amplia gamma de sensaciones y sentimientos o el más mínimo átomo de la esencia con la que se construye el arte. No es desde luego mi caso tampoco. Esta semana la banda sonora de mi vida, por diferentes circunstancias, ha estado compuesta por propuestas algo alejadas del pop eufórico y algo más cercanas a la introspección, la belleza no evidente, lo oscuro y el quedarte pensando intentando descifrar lo que hay detrás.

Clem Snide es uno de mis grupos favoritos. Conocí la banda en un momento en el que mi cuerpo y mi mente necesitaban ese tipo de música. Como suele ocurrir con casi todo, quien primero ocupa una parte virgen de tu corazón es muy difícil que alguna vez lo abandone del todo y eso algo que probablemente ocurra con este grupo puesto que fueron ellos quienes me abrieron el camino para descubrir toda esa tendencia de grupos que se basan en los sonidos acústicos, el Folk, la importancia de las letras y una discreta tradición americana para expresarse. Si bien reconozco que sus dos primeros álbumes son bastante difíciles para profanos (aunque reconozco que a mi me gustan) el siguiente “Ghost of Fashion” pero especialmente su “Soft Spot” (fontanela en inglés) me parecen de entre los mejores trabajos publicados en la última década en general pero en particular dentro de ese estilo que una persona muy cercana a mi, con cierta mala uva, denomina como de “música para suicidas”.

Después de este disco publicaron “End of Love” (que sin ser un mal álbum para mi supuso un pequeño bache) y ahí se ha truncado por el momento su carrera, pero no así la de su líder y cerebro, un enigmático y carismático sujeto de origen israelí que responde el magnífico nombre de Eef Barzelay (si yo me llamase igual o parecido, Lukah boo no existiría). Reconozco que su debut en solitario me dejó bastante frío. Quizás fuese lo desnudo en la ornamentación de las canciones (todas ellas son voz y guitarra exclusivamente) o que está vez no llegue a entender la tradicionalmente fabulosa, retorcida, irónica y brillante lírica del amigo Eef. No sé, sin llegar a aburrirme es un disco que no me emociona.

Afortunadamente no me ha ocurrido lo mismo con su segundo disco (no sé si se titula “Eef Barzelay” como aparece en la portada o “Lose big” como he visto en otros sitios). En este disco creo que se vuelve a través de la sencillez a la raíz de lo que un día fue la esencia de Clem Snide. Se trata de 10 canciones oscuras y algunas preciosas que esconden sin demasiado artificio las grandes armas de Eef Barzelay como artista: una genuino talento para componer melodías en un estilo cada vez más cercano al folk americano y su forma elegante e irónica de escribir sobre temas siempre muy cercanos a la parte más complicada de la psyche humana. Un buen trabajo a mi modesto entender.

Y otro gran disco que he tenido la suerte de disfrutar esta semana es el último trabajo de DevotchkaA mad and faithful telling”. Devotchka llegó por primera vez a mis oídos (supongo que como a los de la mayoría que les conoce por estos lares) a través de esa maravilla del celuloide que se llama “Little miss sunshine”. Entonces no me hice con ninguno de sus discos porque la oferta de música interesante es tan brutal que uno desgraciadamente no puede ni tan siquiera pretender abarcarla así que como otras tantas cosas se quedó acumulada en el cajón de los posibles. Esta vez he podido hacerme con su nuevo disco y desde luego no me arrepiento.

Se trata de un grupo ecléctico, algo extravagante en su multicultural propuesta y completamente alejado de los cánones que esperamos en un grupo de Pop. De hecho se me hace difícil calificarlo como de tal. Devotchka es un crisol de músicas e influencias que pasan por la polka, el tango, el flamenco y sobre todo en una original interpretación de los sonidos cercanos al folclore balcánico y centroeuropeo, que mezclan y llevan con una sorprendente naturalidad a un formato orquestado muy cercano a la tradición pop. El resultado lejos de resultar denso y empalagoso aparece bonito, elegante y muy interesante. El disco se degusta casi sin querer de principio a fin pasando por diferentes sinónimos de intensidad y melodía. En 10 cortes, también, pasas por diferentes zonas de la geografía mundial y del cerebro. Una gran sorpresa.

Es probable que para los conocedores de toda la trayectoria de la banda este disco en concreto no les parezca ni el mejor ni el más representativo. No lo sé. Para mi es la primera vez que me acerco a su propuesta y me gusta mucho.

Otro disco que lleva ya algunos días sonando por mi casa es el último trabajo de Death Cab For Cutie un grupo de largo recorrido y amplia discografía que cada vez aparecen más sólidos y cimentados sobre una personalidad propia que sin sorprender es perfectamente reconocible. Reconozco que sus primeros discos pasaron por más pena que gloria por mi particular olimpo musical pero todo cambio el día que escuche "Transatlanticism". Con este disco el grupo consiguió un excelente trabajo raro, compacto, denso, oscuro y precioso al mismo tiempo. Probablemente fuese la época, el momento o el estado de ánimo en el que me encontró pero el disco pasó a formar parte del grupo de los elegidos prácticamente a la primera escucha. Creo que es muy difícil que vuelvan a provocar un efecto parecido en mí.

Y el caso es que los trabajos posteriores no desmerecen para nada el nombre de la banda. Este “Narrow Stairs” por ejemplo presenta las señas de identidad de la marca Death Cab For Cutie y sin descubrir nada nuevo (ni falta que hace) construyen otro buen disco coherente que mezcla a partes iguales histrionismo indie, elegancia, solidez y melodía. Me gusta.

Sonando ahora mismo en mi ipod:

Pam Berry – The Shins
(Wincing the Night Away – Sub Pop/2007)

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