Pánico y prejuicios

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Me parece percibir en el ambiente durante los últimos años una cierta querencia y elogio hacía las posturas “centradas” y “moderadas”. Tengo la impresión de que la sociedad acepta como ideal de vida y perfección las posiciones presuntamente virtuosas que equidistan de todo. Independientemente de que es verdad que mi personalidad no conecta demasiado con esta mayoritaria religión, lo que de verdad me ocurre es que no creo que el centro virtuoso realmente exista. ¿Cómo se puede estar a favor y en contra al mismo tiempo? ¿Cómo se puede estar a favor pero sólo moderadamente? ¿Se trata entonces de navegar en la indefinición? Te gusta o no te gusta, se quiere o no se quiere. Es imposible estar de acuerdo con todo el mundo ni exponerse sin que alguien pueda resultar incómodo con tu actitud. La música, construida a partir de sensibilidad y pasión como arte que es , no entiende de medias tintas.

Ni yo tampoco. En una semana de mierda (¿otra?) mis momentos de oscuridad absoluta se han visto salpicados por destellos fugaces de luz cristalina que me han hecho viajar del todo a la nada y viceversa demasiado rápido. Destellos breves pero intensos. Inútiles pero tremendamente agradables. Al imaginario lector de estos ladrillos que semanalmente tengo a bien vomitar creo que no le interesará nada de mis demonios internos así que me ceñiré a lo que tiene que ver con esa bendita bendición de Dios que es la música que sin duda resultará algo más interesante.

Y es que uno de esos maravillosos destellos semanales ha sido precisamente el descubrimiento de un disco que me ha levantado la moral y la fe en que esta empresa mía de seguir intentando encontrar un disco que te sorprenda y haga feliz, o de pensar (puede que ingenuamente) que lo mejor está por llegar, es todavía algo que merece la pena. Paradójicamente, el culpable de tan agradable suceso ha sido alguien que tenía todas las papeletas para que ni siquiera supiese de su existencia.

Panic at the disco era un grupo del que prácticamente no sabía nada y lo que sabía hacía que no fuese precisamente de mucho interés por mi parte. Me sonaba a una de esas bandas del indie americano más oscuro que se pierden en sonidos estrambóticos y movidas experimentales muy difíciles de digerir, todo ello además aderezado con una buena dosis de intelectualidad de la que no me gusta. Solían (y suelen) aparecer en las publicaciones bajo la etiqueta de EMO, una etiqueta bastante prostituida respecto al movimiento que la originó allá por el principio de los 90 con grupos como Fugazi. Una etiqueta que musicalmente nunca he llegado a entender y como consecuencia de ello nunca me ha parecido musicalmente interesante (aunque todo lo de alrededor si que me llama la atención). Si a todo esto le sumamos que los tal Panic at the disco tocan dentro de un mes en mi ciudad, Madrid, en un festival de vocación teenager, llamado nada menos que under 18, las posibilidades de que me zambullese sin prejuicios en la propuesta musical de alguien con esas credenciales eran francamente inexistentes.

Pero ocurrió el milagro. Estaba en la FNAC mirando las características de mi nuevo MacBook, desde el que ahora mismo estoy escribiendo, cuando decidí visitar la sección de discos. Pasando mis ojos por las novedades sin demasiado interés me llamó la atención una portada extraña, densa y retro, tres cosas que normalmente me llaman la atención pero especialmente si se dan a la vez. El disco se titulaba “pretty odd” pero al ver el nombre de los autores, Panic at the disco, estuve a punto de salir corriendo sin darle mayor importancia. Gracias sin embargo a esa ventaja que tiene la FNAC de poder escuchar los discos que vas a comprar sin tener que decírselo a nadie, y por lo tanto sin que nadie te juzgue por lo que osas escuchar, decidí saciar mi curiosidad por lo que había dentro. No tengo mucha paciencia para escuchar música en un sitio como la FNAC pero los tres principios de canciones que allí escuché ya me dijeron algo. Lo suficiente al menos como para comprarme un disco que además no estaba barato precisamente.

El disco, desde mi modesto y particular punto de vista, es una maravilla. Ya sólo la presentación y el libreto merecen la pena ser destacados en esta época donde el MP3 se está cargando, entre otras cosas, el gusto por el diseño de los discos. Pero es que el interior es infinitamente mejor. Se trata de un trabajo redondo y compacto dividido en 15 cortes donde ni sobra ni falta nada. Estilísticamente se mueve con mucha gracia entre el pop orquestado, el indie menos vulgar y el histrionismo inteligente pero llega hasta extremos como el Jazz americano de principios de siglo con “I have friends in holy spaces”, una preciosa canción de apenas dos minutos que suena desde lejos, hasta el country más folkie y sencillo con “folking around”, otra preciosa canción varada en mitad de la cascada de sonidos que supone el resto de canciones.

Miles de instrumentos, miles de voces, producción moderna e ingeniosa y sobre todo, por encima de todas las cosas, canciones fabulosas plagadas de melodías alegres o melancólicas pero sobre todo bonitas, que desgraciadamente parecen hoy por hoy difíciles de encontrar en grupos Pop “de toda la vida”. La selección de canciones está perfectamente elegida y hace que un disco largo, denso e intenso nunca aburra. Pasa por diferentes estados de ánimo y diferentes escenarios, olores o sensaciones pero misteriosamente nunca te das cuenta de lo largo y profundo que está siendo el viaje. Todo aderezado de unas letras retorcidas y alegóricas unas veces, sencillas otras. Desde la explícita: “We’re so starving” (“Ha pasado mucho tiempo, estábamos escribiendo canciones para ti, no tienes que preocuparte, somos los mismos”) hasta la críptica “Mad as Rabbits”, pasando por la preciosa “Northern Downpour”. Un disco para escuchar de principio a fin pero de los que puedes poner en modo Shuffle sin que ninguna canción te desagrade. En definitiva: un disco excelente.

Tanto que apenas he tenido tiempo ni ganas de escuchar otras cosas pero si quería destacar un par de ellas que merecen ser destacadas. Una es uno de los últimos discos que grabó Willie Bobo antes de unirse a la selecta escudería Verve: “Do that thing”. Latin-Jazz del bueno y con clase. Más latin y menos sofisticado que sus trabajos posteriores para ese olimpo de la música Jazz que es el sello Verve pero también más natural y directo. Un buen disco para bailar torpemente en el salón de tu casa, especialmente esos que como yo no saben bailar.

Por último una propuesta que desconocía pero que me parece interesante seguir la pista en el futuro. Se trata de un grupo de chicago llamado The Hush Sound y su disco “Goodby blues”. La banda es un combo de Pop elegante que tiene la misma fórmula que otros grupos con dos cantantes que cambian ligeramente el estilo del grupo según cante uno u otro. Normalmente el mando lo tiene la voz femenina que protagoniza temas de pop algo más sofisticado con querencia por los ritmos más jazz. Todo muy bien cantado y tocado de forma limpia y precisa. De vez en cuando sin embargo aparece un pildorazo pop cantado por el otro miembro del grupo de corte más clásico e inmediato. Sin que nada de lo que suena me desagrade personalmente prefiero las canciones que canta el chico. El disco se me termina haciendo monótono pero creo que en general se trata de un buen disco.

Sonando ahora mismo en ipod:

Somebody’s gonna miss me - Sam Cooke
(Hits – BMG Internacional/2001)

2 comentarios:

LAPOR dijo...

bueno, ya sabes que andamos lectores por ahí purrulando.. Yo echo de menos muchas veces en los blogs que se exponga un poco el que escribe, así que no me asusto porque despotriques. Te seguiré leyendo, ladrillo o no ladrillo. y este extracto "mis momentos de oscuridad absoluta se han visto salpicados por destellos fugaces de luz cristalina que me han hecho viajar del todo a la nada" (así hasta te resultará raro que sea tuyo) me parece, además de muy bonito, propio de "Viaje al centro de la tierra" o algo así. seguiré la pista de los grupos que dices. saludos

lukah boo dijo...

Muchas gracias Lapor. De corazón.

A veces unas palabras de respuesta es suficiente para dar sentido al que está al otro lado.

Saludos,

PD. Yo también te sigo. Si no he participado ya es por mitad vergüenza mitad falta de recursos.

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