Mujeres

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Hace unos cuantos meses, cuando la realidad de esta modesta bitácora estaba todavía por demostrar, una buena amiga de la que ocultaré su nombre me dijo que lo que no le gustaba del blog era que la mayoría de grupos o solistas de los que hablaban eran chicos y no chicas lo cual es algo de lo que no me había dado cuenta pero que me sentó muy mal. Me sentó muy mal en parte porque escuchar algo así lleva implícitamente la acusación, amable o no, de que es una especie de fórmula consentida que se repite de forma voluntaria, lo cual es tan absurdo como mentira, pero sobre todo me sentó mal por la solemne estupidez de mezclar todo en el mismo puchero. En general me revuelven las tripas esté tipo de denuncias gratuitas a favor de un concepto casposo y equivocado de lo que se supone es (o debería ser) el feminismo, basado en deducciones peregrinas y justificado en aberraciones matemáticas que desde mi punto de vista atentan contra la inteligencia. Y es que al fin y al cabo me temo que estamos hablando precisamente de eso, de inteligencia, que como el talento o la mala hierba puede aparecer en cualquier sitio sin que tenga demasiado que ver precisamente el tipo de cromosoma. Me llamó mucho la atención que algo así viniese además de una persona que yo consideraba bastante inteligente y muy por encimas de eslóganes de taberna para humanos afectados de esguince de cerebro.

Probablemente la razón de que aquí aparezcan más chicos que chicas tiene exclusivamente que ver con el irrefutable hecho de que el número de discos publicados por señores desde los años 50 hasta hoy es abrumadoramente mayor que el de señoras, lo cual es algo en lo que ni entro ni salgo porque no me parece el momento ni el lugar para ello pero que en cualquier caso no deja de ser así. Puestos a ser sinceros la verdad es que el sexo de los protagonistas de los discos que suenan en general es un dato en el que no reparo. Defiendo el “life” de The Cardigans como un disco que me pone los pelos de punta y puedo llevar una camiseta de Teenage Fanclub al mismo tiempo. Me encanta Nina Simone, Sam Cooke o un grupo como Ooberman donde una canción la canta un chico y la siguiente una chica. Gracias a Dios, como tantas y tantas veces, la música está por encima de estupideces. ¿A qué viene todo esto se preguntará el atribulado lector? Pues a que esta semana, sin darme cuenta, todos los discos que pasaban por mi cabeza estaban protagonizados de alguna manera por mujeres y me ha hecho recordar...

Pero el que más me ha gustado sin duda ha sido el último artefacto sonoro de ideado por Stuart Murdoch (¡¡un chico!!), líder de los carismáticos Belle and Sebastian, que recibe el generoso título de God Help the Girl (en un disco con el mismo título) y que al parecer será la banda sonora de una película que todavía está por rodar. El disco es una preciosa colección de canciones pop que bebe de las mimas fuentes de las que bebían los primeros Belle & Sebastian pero con un toque mucho más clásico a pop atemporal a lo que favorece sobre manera el que las canciones estén interpretadas prácticamente en su mayoría por Catherine Ireton (aunque hay otras colaboraciones como la de mi admirado Neil Hannon). Sin perder esa elegancia para la melodía pop que se debe comprar por arrobas en las lluviosas calles de Glasgow (¿por qué todos los grupos que salen de allí tienen esa facilidad?) el disco recuerda en muchos de sus cortes al pop naive y desenfadado del por francés de la década de los sesenta. Un magnífico disco que gustará a los amantes de todo esto y que hará recuperar la fe perdida a todos esos seguidores de los primeros Belle & Sebastian y que renegaban de los últimos discos de la banda aunque ese no es mi caso puesto que personalmente considero que los últimos discos son tan buenos o más que los primeros.

Siguiendo en la misma línea, pop delicado, Glasgow, chicas,… aparece “My Maudlin Career” el último trabajo de los escoceses Camera Obscura y que sigue la línea iniciada en su anterior disco “Let’s get out of this country”. Pop de cámara, producción sostenida en arreglos de cuerda y esa profundidad de sonido tan peculiar que ya utilizaba Phil Spector antes de que se inventase el Stereo. Canciones de desamor que suenan a canciones de amor, recitados suaves y elegantes que encierran resquemor y amargura y belleza pop en cada tramo del imaginario surco. El disco esta muy bien, no tiene fisuras, suena estupendamente y es muy bonito pero tiene un handicap que le impide sacar la cabeza por encima del resto y es el hecho de que esté demasiado a la estela de su anterior trabajo, en forma y en fondo, lo que unido a la no presencia de hits verdaderamente radiables, que si aparecían en el disco anterior, hace que tengamos que comparar, aunque sea sin querer, y al menos en mi caso llegar a la conclusión de que prefiero el primero. En cualquier caso en un gran disco que se deja escuchar y disfrutar con amabilidad, que me gustará siempre que lo ponga y que seguro que hará las delicias de los seguidores de la banda o de los amantes de este tipo de música.

Otro proyecto liderado por una mujer pero que en este caso ha supuesto una pequeña decepción es “Actor” de St. Vincent. Bajo este nombre a la vez tan normal y tan extraño se esconde la personalidad de Annie Clark, artista que venía abalada por su participación en bandas tan queridas por mi como Polyphonic Spree o Sufjan Stevens pero que ha resultado tener poco que ver con las referencias. El caso es que la propuesta me parece muy interesante al intentar mezclar pop, jazz, soul, etc… con música de vanguardia y electrónica pero sinceramente me parece que acaba resultando el que los árboles no me dejan ver el bosque. Ni un pero a la producción y los guiños a sus musas pero termina el disco y me quedo exactamente igual sin que nada de lo que ha sonado se me quede en la piel (ni más adentro). Una pena, pero a mi me suele interesar más el contenido que el continente.

Sonando ahora mismo en mi ipod: “Space Girl” – The BMX Bandits (Life Goes on)

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