¿Vulgar y previsible?

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Seth Swirsky - Watercolor Day
(2010/Grimble Records)


Hay muchos días en los que uno se levanta por la mañana y se convence a si mismo de que el mundo es un sitio vulgar y previsible saturado de seres humanos que responden con escaso margen de error a ese puñado de prototipos que marca la sociedad. Todos hemos cometido el pecado alguna vez de catalogar a las personas por la apariencia, la forma de hablar o cierta opinión del susodicho respecto a un tema en el candelero. Lo triste de tal asunto, más allá del asunto en si, es que las categorías que manejamos son ciertamente muy pocas. Teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los humanos se debaten entre dos partidos políticos, dos equipos de fútbol, dos periódicos, dos grupos de música, dos formas de entender la "vida",… es sencillo interpretar que esa vida, esa cosa gestionada por los seres humanos, es algo vulgar y previsible. Pero luego ocurren cosas inesperadas que te hacen pensar que la magia, el encanto, la ciencia, la belleza, la verdad o la emoción existen. Existen pero no pueden estar en esos manoseados y plastificados “dos de todo” sino que debe por tanto reposar pacientemente en algún cálido y escondido refugio que sin estar expuesto a la marabunta se encuentra sin embargo accesible a cualquiera. Cada vez tengo más claro que la felicidad está en esa esquina que se esconde del mundanal ruido y cada vez tengo más claro que cada uno de nosotros tenemos la nuestra, diferente a todas las demás.

Hace poco mi buen amigo Pablo Carrero (capo máximo del imprescindible sello de Pop elegante llamado Rock Indiana) me recomendó la compra de un disco llamado Watercolor Day de un tal Seth Swirsky y no pasa un día sin que le de las gracias por ello. Andaba uno con cierto resquemor en los últimos meses por aquello de no encontrar entre las nuevas propuestas que llegan a mi alcoba un disco elegante, emocionante, bonito y agradable que llevarse al paladar de los sentidos y mira por donde estaba ahí. Watercolor Day es uno de esos trabajos atemporales, ajenos a las modas, de una complejidad extrema que sin embargo consigue mostrarse ante el público como sencillo, agradable y muy fácilmente digerible. Alimentado por el ABC del Pop orquestado (ya saben, Brian Wilson, Honeybus, el Pop sesentero de las West Coast, Harry Nilsson, The Beatles,…), vitaminado por el gran talento de los autores americanos de Power-Pop de los 80 y revitalizado con las nuevas técnicas de grabación y producción, Watercolor Day aperece como una pequeña y preciosa maravilla de 19 cortes que por una vez da sentido y verosimilitud a la manida frase de orfebrería Pop.

Seth Swirsky además me sirve para justificar lo que decía al principio. En una tarde vulgar, de un día vulgar descubro la existencia de este personaje del que nadie había oído hablar y que muy probablemente aparezca como vulgar y previsible ante sus vecinos cuando lo ven comprando en el Wall-Mart. Un tipo que vive en algún rincón de la America plastificada y que no sólo es capaz de crear un disco capaz de estremecer (el segundo de su carrera en solitario, por cierto) sino que resulta ser un cantautor de reputado éxito para otros artistas (Rufus Wainwright, Celine Dion, Al Green, Eric Carmen, Olivia Newton-John, Tina Turner,..), Miembro del nada desdeñable combo Pop 60’s-revival The Red Buttom, escritor de libros (tiene tres publicados en torno al Beisbol y en base a las cartas que intercambia con aficionados de prestigio, periodistas y jugadores), director de cine (dirigió el documental Beatles Stories sobre personas que tienen algún tipo de relación con los de Liverpool y que ha sido laureado en varios festivales europeos) y hasta afamado coleccionista de “memorabilia” en torno al mundo del Beisbol.

¿Cuántos Seth Swirsky existen repartidos por el mundo sin que lo sepamos? ¿Cuántos tienes alrededor? Pensaré sobre ello la próxima vez que me entren tentaciones de hacer caso a lo que sale por televisión. Mientras tanto...


1 comentarios:

Astrobuzo dijo...

Y a mí que este hombre me recuerda, al menos en la canción que has colgado, a un tal Lukah Boo...

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