Duda razonable

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Yo creo que lo peor que le puede pasar a un ser humano, independientemente de tragedias puntuales, enfermedades o cosas de ese tipo, obviamente, es no tener esperanza. Algo así como vivir pensando que el tiempo que te queda lo vas a pasar respirando y durmiendo, esperando sin ninguna pasión. Vivir con la idea de que no te va a ocurrir nada digno de ser reseñable en lo que te queda de vida debe ser algo desesperante. No es, o creo que no es, mi caso pero a veces pienso que todo lo que me rodea, la sociedad, el entorno, la vida, están constantemente gritándome al oído que deje de meter la cabeza donde no me llaman si es que de una vez quiero vivir tranquilo. Pero, ¿qué es eso a lo que llaman vivir tranquilo? ¿No se trata precisamente de dejar de tener esperanza en todo lo que no sea el “normal devenir”?

Por eso trato de no hacer caso y por eso, escudándome en lo anterior y probablemente de forma ingenua, soy de esas personas que piensan que el disco o la canción de tu vida está por descubrir, aunque cada vez es más pesada y presente la duda razonable de plantearte si no será que lo mejor ya ha pasado.

Esta semana no ha sido precisamente un buen momento para quitarme de encima esa duda razonable. El domingo abrí con muchas ganas el nuevo trabajo de Gary Louris, "Vagabonds". Los Jayhawks son sin duda uno de esos grupos que mantengo en mi amplio pero selecto olimpo particular de los elegidos. Fueron los que me hicieron abrir mis orejas y mi mente a ese estilo entre el rock, el pop, el country y el Folk que algunos llaman Americana o Alt-Country. Después de ellos llegaron a mi estantería los discos de otro buen puñado de bandas que están enmarcadas en ese mismo estilo pero ninguna ha llegado todavía, para mí, al mismo nivel.

No sé muy bien porque los Jayhwaks dejaron de existir como tal puesto que tras la marcha de Mark Olson el grupo era virtualmente Gary Louris (no creo que Marc Perlman tuviese un peso tan importante) así que no sé si por razones legales con la discográfica, porque el grupo no era realmente la banda unipersonal que yo creía que era o sencillamente porque el amigo Gary estaba hasta los mismísimos de tocar bajo esa denominación, el caso es que hace un año leí una entrevista en la que el señor Louris decía que los Jayhawks eran ya historia y con las mismas meses después aparece este Vagabonds firmado en solitario.

Pocas veces he abierto un disco con tanta predisposición a degustarlo y disfrutarlo pero tras muchas escuchas lo cierto es que no puedo decir que sea uno de mis discos favoritos aunque tampoco puedo decir que sea un mal disco o que no me guste. No cambia demasiado el libro de estilo, ni mucho menos, porque sigue siendo ese pulido sonido americano de siempre, si bien algo menos fresco, más sobrio y conservador en lo musical (rallando a veces en el pesado AOR) y más íntimo y oscuro en lo lírico. Está muy bien tocado, muy bien cantado, excelentemente producido (en cuanto a que está claro lo que quiere hacer y lo hace), tiene un sonido precioso,… pero me resulta plano y falto de emoción. Supongo que en el fondo lo que me ocurre es que no encuentro canciones realmente redondas. Pensé que es de esos discos que mejoran con las escuchas pero lo cierto es que no lo hace.

He llegado a plantearme si efectivamente es realmente tal y como yo lo veo o simplemente es que estoy atravesando una fase de criticismo exacerbarte y el cinismo que destilo ante casi todo lo que me rodea hace que un chip invisible instalado en mi cerebro no me deje disfrutar ya de las cosas. Para salir de dudas decidí hacer la prueba de escuchar el disco inmediatamente después del último trabajo de los Jayhwaks, el excelente "Music for a rainy day". Después de hacerlo, sin duda me quedo más tranquilo con lo que acabo de escribir. Francamente, desde mi punto de vista no resiste la comparación ni de lejos. Es curioso pero me ha pasado con el primer disco de Gary Louris exactamente lo mismo que me ocurrió con el primer disco en solitario de Mark Olson. Sorpresas te da la vida.

Y algo de todo esto hay también en la siguiente historia que tiene como protagonista a The Guillemots. Su primer disco, el muy interesante "throw the windowpane", fue uno de mis discos favoritos del 2006. Llegué a ellos por pura casualidad pero ese equilibrio al límite (y a punto de romper) entre eclecticismo, tecnología, pop, vanguardia, melodía, excentricidad y buenas canciones hizo que cayese rendido ante su álbum de debut. Un álbum que en lo personal tiene además importantes connotaciones para mí porque fue mi banda sonora a finales de 2006 cuando durante algunos días me levanté en un sitio en el que no quería estar (por estar sufriendo) y donde a modo de paliativo me tragaba el disco entero cada mañana, además de porque probablemente fue también la música que rondaba por mi cabeza en el momento que la personita que ahora vive en la habitación de al lado fue concebida.

El caso es que tenía muchas ganas por deglutir este "Red", el nuevo disco de esta banda formada en Londres aunando en sus filas un inglés, un escocés, un canadiense y hasta un brasileño. El disco, siempre desde mi punto de vista, no resiste tampoco la comparación con el anterior. La mezcla otrora brillante, ajustada y equilibrada ahora se desborda de forma algo artificial e inconexa. La excentricidad va por su lado, la tecnología por el suyo,… los retazos de “big music” que hacían gracia en el anterior trabajo ahora cansan. La melodía intenta poner algo de orden en todo ello pero no lo consigue. Tiene buenos pasajes pero no termino de coger la coherencia del disco y se me queda en una especie de mucho ruido y pocas nueces.

Quizás sea un poco “carca” en esto pero creo que los mejores discos de indie-pop o pop-alternativo son aquellos que visten una gran canción de forma original y alejada de las cánones clásicos de la música popular. Los problemas para mí empiezan cuando la gran canción no parece por ningún sitio o cuando se le quiere dar más importancia al vestido que al cuerpo, lo cual es algo desgraciadamente muy común en muchos de los discos que pasan por mis manos últimamente.

Así, harto de tanta decepción, decidí tirarme por una combinación ganadora que sabía que aunque no me entusiasmase no me defraudaría y así encontré “The New Sound”, una de las elegantes colaboraciones entre Cal Tjader y Eddi Palmieri que grabaron para el sello Verve.

Cal Tjader además de un excelente “xilofonista” (o como se llame en castellano al músico que toca el xilófono) es una figura consagrada dentro del mundo del Jazz con docenas de discos grabados desde los años 50, tantos que es imposible abarcar toda su discografía por lo extensa que es. Debe ser de los pocos no latinos que se interesó y se metió de lleno con la música latina de finales de los 60, la cual ya no abandonó en todas sus grabaciones posteriores donde ésta se mezcla con su siempre elegante forma de interpretar la música Jazz. Eddi Palmieri es un pianista latino de reconocida fama también en el mundo del Latin-Jazz y ambos colaboraron en una serie de álbumes que firmaron juntos y que son muy del agrado de los amantes de esta esquina del mundo de la música y de los forofos de los sonidos más Lounge del Jazz instrumental.

Este disco en concreto, sin ser su mejor disco, es un claro ejemplo de en que consistían estas colaboraciones: sonido suave, relajado, elegante, ambiental,… todo muy elegante pero también algo lineal. Entre títulos tan intrigantes como “los jíbaros”, “Los bandidos” o “Picadillo” aparece también una versión de un tema la banda sonora de Modesty Blaze. Un disco para escuchar en casa, recién duchado, con el traje puesto, disfrutando un copazo casero mientras esperas para asistir a una boda coñazo de algún familiar.

Sonando ahora mismo en mi ipod un clasico:
Surf’s up – The Beach Boys (Surf’s Up – Caribou/1971)

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