Tediosas rutinas

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En muchas ocasiones la realidad es muy aburrida. Lo seres humanos a medida que crecemos y nos transformamos en eso que muchos llaman personas adultas tendemos a repetir rutinas sumamente tediosas si queremos sobrevivir y ganar el alimento. Esas tediosas rutinas acaban siendo, si no se remedia, el hilo conductor de nuestras vidas. Solamente algunas pequeñas salidas de tono, las aficiones más o menos frikis de cada uno, esa llamada inesperada, una mirada picante en el metro o un plan de última hora son las pequeñas historias que al final dan color a nuestras vidas. Muchos usuarios de estupefacientes ilegales se basan en este fenómeno tan común precisamente para justificar su paso firma hacia el lado proscrito de la vida. Basándose en unas sospechosas ganas de evadirse de la cruel realidad o de la rutina encuentran en las sustancias psicotrópicas la forma más rápida y más sencilla de llegar a planos mentales prohibidos hasta entonces y así salir de la realidad. Existen también otras excusas menos intelectuales para hacer lo mismo pero esas todavía me interesan menos.

A finales de la década de los 60, durante esa eclosión cultural que nació y murió alrededor del Pop, hubo un periodo claramente marcado por el efecto que tenían las drogas alucinógenas, de reciente aparición en círculos próximos a la jet, entre los artistas más vanguardistas y arriesgados primero y posteriormente en la gran mayoría de músicos. De ahí surgió lo que se conoce como psicodelia, una etiqueta ambigua de límites no muy claros que engloba varios estilos de música dispares, aunque relacionados, que van desde el Psycho-Pop o el Sunshine-Pop hasta el Garage o el Acid-Rock. Entender el mundo de las drogas nunca ha sido mi fuerte pero en cuanto a sus consecuencias musicales hay muchas cosas que me fascinan así que ante una semana donde esas pequeñas rutinas se han transformado en pesadilla, he decidido zambullirme un poco en todo eso.

Pero claro un alma cándidamente pop como la mía recolecta en la huerta de la psicodelia frutos que muchos puristas consideran de otra huerta. Es su problema. No sé si un “Very Best…” de Spiral Staircase que ha estado sonando una y otra vez en mi cabeza durante toda la semana será Psicodelia o no pero desde luego es un magnífico y precioso disco que yo si considero deudor de todo aquello. Spiral Staircase es uno de tantos grupos que salieron en esa eclosión de finales de los años 60, que llegaron a lo más alto de las listas con alguno de sus singles y que con la misma velocidad dejaron de existir. Es lo que la prensa especializada conoce como “one-hit wonders”. En este caso me parece muy injusto que un grupo así esté en esa cruel etiqueta. Me ha resultado muy difícil siempre encontrar discos de esta gente (creo que sólo tienen uno como tal) y de hecho lo único que tengo es este magnífico “very best…” pero es de esos extraños discos donde todas las canciones me gustan. Formados en Sacramento y pasados por el tamiz de la producción de ese genio del Sunshine-Pop que es Gary Usher, Spiral Staircase practican un elegante pop cargado de arreglos orquestales muy de la época, coros atmosféricos, voces deudoras del soul blanco y sobre todo unas melodías deliciosas que hacen morirse de envidia a gente como yo. Una gran opción.

Mucho más cerca del corazón de la psicodelia sin embargo pero paradójicamente muy lejos físicamente del presunto origen del movimiento se sitúa otro de los discos que me ha acompañado estos días: “Os mutantes” de Os Mutantes. Los brasileños (el grupo y sus miembros son de Sao Paolo) son de esos grupos que aparecen sistemáticamente en revistas especializadas y fanzines selectivos como un grupo reconocido y de gran caché dentro de la escena psicodélica. Para el gran público son desconocidos (no así en su Brasil natal) pero en el underground y entre los aficionados son verdaderamente unos clásicos. A mí sin embargo me costó encontrarles el punto. Es como esas películas de las que te hablan tan bien que te esperas una cosa distinta y te decepcionan cuando vas a verla. En este caso no me decepcionan porque ante el rechazo inicial he acabado por rendirme a sus encantos pero es cierto que me quede muy frío en los primeros intentos. Este es su primer disco pero en el ya mezclan con tino y personalidad lo que durante toda su carrera fueron sus credenciales: psicodelia friki, rock experimental, pop naive pero al límite y esos retazos de tropicalia brasileña que les hace tan característicos. El disco puede resultar difícil de digerir a neófitos o personal no dispuesto pero creo que merece la pena adentrarse entre sus secretos.

No estoy seguro de poder decir lo mismo del “Cry like a Baby” de los Box Tops que sin ser un mal disco, ni mucho menos, reconozco que personalmente esperaba más. Box Tops es el grupo donde tuvo sus orígenes ese personaje con mayúsculas dentro de la música Pop y Power-Pop que es Alex Chilton, fundador y cerebro de Big Star. A todos aquello que como quien escribe es fan del señor Chilton y los discos de Big Star debo decir que me ha resultado imposible encontrar esas referencias en los Box Tops a pesar de ser el cantante de ambos grupos. Los de Menphis practican una suerte de Orch-Pop más cerca del Blue-Eyed Soul que de otra cosa aunque pasan muy cerca de muchos estilos cercanos, llegando a coquetear incluso con el Acid-Rock. “Cry like a Baby” es el segundo disco de la banda y su revisión de la música soul practicada por blancos que aunque me gusta no termina de emocionarme.


Sonando ahora mismo en mi ipod:


No matter how I try - Gilbert O'sullivan
"the berry vest of..." - (EMI/2004)

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