Keep on rockin'

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All days are Nights: Songs for Lulu” es el nuevo disco de Rufus Wainwright, artista medio canadiense medio neoyorquino, hijo de cantantes, icono de la comunidad gay, barroco, amante de la opera y autor de cinco discos previos que a mí particularmente me encantan. Si alguien no lo conoce y pretende iniciarse en el fascinante y controvertido mundo del artista no le recomiendo sin embargo que pretenda hacerlo con este álbum porque sin duda es el más difícil de todos. ¿Es malo? Yo no he dicho eso. He dicho que es difícil. Oscuro, denso y difícil. Doce cortes de melodías no lineales y extrañas interpretadas exclusivamente con piano y voz. Aunque las letras son tan oscuras y difíciles de entrever como la propia portada y o el libreto interior parece obvio pensar que el concepto está relacionado con el fallecimiento de la madre de Rufus Wainwright y de la misma forma es sencillo hacerse una idea sin escucharlo de cual es el tono de todo el disco.

Hace unos meses el genuino cantautor informó a todo el que quisiera escuchar sobre su aparente aburrimiento respecto al mundo de la música pop y al mismo tiempo que anunciaba la intención de abandonar definitivamente la producción de álbumes construidos sobre la base de ese estilo musical “menor” para centrarse en su verdadera pasión: la opera. Con una alta dosis de dignidad y honestidad y huyendo de la tradicional demagogia el artista anunció hace también unos meses que se embarcaría en una gira mundial acompañado exclusivamente de su piano con la intención exclusiva de recaudar dinero para su proyecto musical.

Esa gira pasaba hace 15 por el Circo Price madrileño pero yo entonces no sabía nada de todo esto. Ni siquiera sabía que el bueno de Rufus tenía un nuevo disco en el mercado. Así estamos. Una de las personas que más quiero en esta vida (y que más me quiere) conoce de mis debilidades musicales y de forma sorprendente y sorpresiva me condecoró con una entrada para el evento que yo no esperaba. Por circunstancias de la vida es cierto que he reducido drásticamente mis salidas nocturnas para asistir a conciertos y aunque algunas veces se trata de causas de fuerza mayor la mayoría de las veces la única causa es fundamentalmente la pereza y la falta de ganas, una dañina enfermedad que como la nada en el país de la fantasía se apodera peligrosamente de mis entrañas últimamente. Esa enfermedad es probablemente la única razón de que no hubiese comprado la entrada por mi mismo en el momento en el que supe del concierto pero así fueron los acontecimientos.

Fui sólo al concierto. Había sido un día de mierda aunque en esas semanas todos los días eran de mierda. El Circo Price no está muy lejos de mi casa así que decidí ir dando un paseo para oxigenarme y hacer tiempo mientras en mis oídos retumbaba el “Acid” de Ray Barretto que fue lo más animado que encontré en mi ipod y porque no quería ponerme a pensar en nada. Había quedado con un amigo que por la mañana me había dicho que acudiría pero en la misma puerta me encontré con la mitad de los happy losers que no sabía que estarían allí. En cualquier caso, salvadas las cervezas preparatorias, todos teníamos entradas separadas y lógicamente yo estaría sólo en la grada.

El concierto de Rufus constaba de dos partes pero sólo la segunda de ellas fue lo que realmente puede considerarse un concierto normal de Rufus Wainwright, entendiendo como normal que en el escenario apareciese solamente con su piano. En ella vimos al Rufus simpático, agradable y dicharachero que desgranaba éxitos y guiños a sus fans más acérrimos con talento y naturalidad. Casi todas las críticas que he leído del concierto coinciden en que esta fue la parte más divertida y probablemente tengan razón aunque no es la parte que yo recordaré. En la primera parte del concierto un maquillado Rufus interpretaba sin aplausos, vestido con traje de cola infinita y hombreras histriónicas, con una puesta en escena macabra, tenue y apesadumbrada, todas y cada una de las canciones de su “All days are Nights: Songs for Lulu”. Doce canciones tristes, melancólicas y sentidas tocadas sobre una penumbra de espesa luz mortecina con un teatro absolutamente lleno que tenía prohibido aplaudir y que apenas respiraba. Conozco gente a la que la performance le pareció un pesado tostón y están en su derecho de pensarlo. Probablemente yo pensaría lo mismo en otras circunstancias pero aquella noche tenía los sentidos en un estado muy próximo a lo que llamamos a flor de piel y no pude preocuparme de diseccionar la interpretación como si fuese un simple espectador. A la tercera canción, arropado por el anonimato de la grada y acunado por el cálido ambiente estaba llorando a moco tendido de forma inconsolable. No sé lo que estaba diciendo el joven Rufus ni si realmente una persona que se siente privilegiada como yo tenía o tiene motivos para ponerse a llorar como un gilipollas incomprendido pero aquella noche, durante la hora que duró aquello, se me pasaron un montón de cosas por la cabeza que me hicieron llegar a ese estado y me sentí una mierda.

Desde entonces hasta hoy he seguido viviendo una montaña rusa de emociones que van desde salta eufórico en la noche de Hamburgo porque un señor rubio metía un balón dentro de una red a tener que contener las lágrimas para parecer fuerte en el crematorio de una persona con la que hace cuatro semanas estaba cenando. Todo ello pavimentado con ladrillos de tamaño infinitesimal que me llevaban del abismo al cielo en apenas unos segundos. No es sano un recorrido así. He pasado por discutir a través de internet, discutir a través del teléfono y discutir de viva voz. Me he levantado con la sensación de querer acostarme y me he acostado con la sensación de no querer dormir. He tenido pesadillas en las que me pegaban al subir al autobús del colegio treinta años después de que aquello ocurriera. He perdido las ganas de coger la guitarra lo que unido al tiempo menguante que me queda para ello ha hecho que efectivamente no he vuelto a tocar una nota desde el concierto de Rufus. He pensado y he dejado de pensar. He llorado y he dejado de llorar. He llamado a gente que no me ha contestado la llamada y no he contestado la llamada a gente que me ha querido llamar. El mundo a veces es así de complicado.

El primer y único disco de Lukah Boo está terminado y masterizado pero a nadie parece importarle demasiado. Ni siquiera a mí mismo. Sé que podría ser injusto decir algo así pero por eso pongo el adjetivo demasiado. Demasiado es un concepto relativo que siempre puede ser más o menos a gusto del consumidor. El disco está terminado pero ninguno de los dos principales valedores del mismo están contentos con el resultado. Yo tampoco lo tengo muy claro aunque el tiempo me dará mejor perspectiva. La culpa evidentemente, para bien o para mal, la he tenido yo por no saber hacer las cosas pero como tantas otras en mi vida nadie me ha enseñado a hacerlas y a veces tengo que cometer errores que no me dejan subsanar. Puede que este sea el caso. Es así y así tiene que ser. Tampoco sé cuando saldrá a la luz, si sale, porque todo apunta a que nunca es un buen momento. No obstante saldrá, seguro que saldrá. No sé cuando o como pero tendrá que salir porque me encargaré personalmente de que así sea.

Hace tiempo que noto una pereza creciente a la hora de escribir este blog y puesto que nació con la vocación de ser una pura diversión que está resultando dejar de serlo he decidido dejarlo. Al menos de momento. Lo tenía decidido desde hace tiempo pero me debía una explicación que ahora escribo. Lo bueno de ser discreto al aparecer es que puedes ser igual que discreto al desaparecer sin causar verdadero trastorno.

Muchas gracias a todos los que alguna vez me habéis leído y especialmente a todos los que alguna vez os habéis atrevido a comentar algo. Para mi fue muy importante.

Keep on rockin’ on the free world.

8 comentarios:

rubin dijo...

Che, yo estoy FELIZ con tu disco, ganso, es un discazo y no veo la hora de que te dejes de patalear y empieces a disfrutarlo como corresponde. He dicho!

Treisi dijo...

Hay mucha más gente de la que piensas esperando ese disco, y además cuando lo escuchen va a estar en lo más alto de sus altas expectativas. En cuanto al blog... ¿hay alguna posibilidad de que la decisión sea revocable? Sí! Sí!

astrobuzo dijo...

Sin haberlo escuchado estoy seguro de que has hecho un gran disco. Seguro. Un tiempo sin escucharlo te vendrá bien para no ser tan autocrítico.

Qué post tan bonito...

Aquí un lector habitual de este blog que lo va a echar de menos.

Kanna Endo dijo...

in hacer comparaciones, metáforas, contar experiencias vividas, etc, sinceramente, lo que te sucede es la vida, lukah boo, todos o muchos, pasamos por lo mismo.
Y tus decisiones deben tener un objetivo, ya que inevitablemente siempre hay consecuencias en nuestra vida, queramos o no, consecuencias en las que no nos tenemos que sumergir hasta que nos ahoguemos con ellas...
No obstante, aunque no te tendría que servir nuestras alabanzas, o al menos, no sólo nutrirte con ellas, alabo tu franca manera de decir las cosas, casi eres como una caja de cristal transparente.
y... ok, habrá que borrar tu página del navegador!

Quant dijo...

Hola:
Dos cosas:
- Gracias por todas las entradas de tu blog, por las cuales he descubierto un montón de buenos grupos y discos.
- A mi el disco de Lukah Boo me importa, de hecho lo espero con ansia.

Suerte con todo y abrazo.

LAPOR dijo...

pues la verdad es que es una pena que dejes el blog, que tanto te currabas. pero entre que a veces entra pereza o hay cambio de prioridades y que en gral. no es demasiado gratificante, igual es lo que toca. a ver si lo retomas. Anyway todo le que dé con este blog dará con esa super-lista de archivos. mucha suerte, chao!!!

Anonymous dijo...

Pues sinceramente, a mi este me parece el mejor de los blogs que tienes (o tenías), el más instructivo y el que seguramente (bueno, increíble que diga esto con lo poco que te conozco) refleja mejor quién eres. El más "blog" de todos. :) Si me permites: no lo dejes.

En cuanto al disco, quería manifestar mi sentimiento: "¡¡que empiece ya, que el público se va!!"...

Y finalmente, te dejo una cita que ya ha pasado a ser una cita célebre en mi vida:

"En esta vida hay que vivir más tranquilo y no con estos sobresaltos". Enrique Collar. 12 de Mayo de 2010. En Telecinco, un minuto después de haber ganado la Europe League.

Besos,
Mireia

lukah boo dijo...

Gracias.

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