Niño adulto

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El erizo no sé si será un animal muy inteligente o no pero tiene una característica muy humana que es la de cerrarse en si mismo cuando se siente amenazado. Al menos es una característica muy común, y muy humana, en humanos como yo.

En momentos así, como de amenaza constante, tiendo a quedarme dentro de mí y las expediciones a lo desconocido suelen circunscribirse a los límites de lo conocido. Este modus operandi es lógicamente extrapolable también a lo musical y por eso esta corta semana no tenía muchas ganas de descubrir fastuosos y fascinantes mundos que requiriesen un elevado tiempo de digestión, y sobre todo de exposición, así que mi banda sonora ha estado constituida por cosas que de alguna u otra forma tuviesen que ver con una de las habitaciones musicales que más me gustan y donde suelo encontrar todo aquello que me hace falta desde diversión hasta melancolía, desde belleza a lástima. La habitación se llama Brian Wilson.

Lo paradójico del asunto es que dos de los discos que más han sonado son propuestas de este mismo año 2008, las dos bebiendo de las fuentes que de alguna manera fundó el amigo Brian, pero interpretándolas de dos maneras muy diferentes entre si lo que las hace radicalmente distintas… o no.

La primera llega desde Inglaterra (del mismo lugar donde nació Morrisey cerca de Manchester) y la firma un tipo que responde al nombre de Jim Noir. Hace tiempo, con su disco anterior, me quedé con ese nombre desgraciadamente no por escuchar nada de su música sino por algo que leí de él en una publicación musical que me llamó la atención, además de conocer la noticia de que una canción suya era pinchada constantemente en la televisión inglesa para dar paso a la información del último mundial. Sin haber escuchado nada apunté el nombre del disco para comprármelo pero, lo que son los prejuicios, desistí de hacerlo cuando vi que estaba clasificado en el apartado de Electrónica en beneficio de otras opciones.

El caso es que la pertinaz curiosidad ha hecho que su segundo trabajo, titulado “Jim Noir”, apareciese por mi casa y …. ¡en que hora! ¡Me encanta! Es un disco denso, lleno de bases programadas, samplers cool, sonidos vintage, voces atmosféricas, coros repetitivos, melodías imposibles, ambientes marcianos, psicodélica bien entendida, fragmentos aparentemente inconexos… una preciosa ensalada de sonidos que es de las cosas que más me han gustado últimamente. Es evidente que el autor de todo esto ha bebido del amigo Brian (y otros genios de la melodía) pero también que ha llevado sus enseñanzas a terrenos más modernos que supongo harán las delicias de los que les gusta hablar de música más que escucharla. A diferencia de otras novedades que inundan los suplementos de los viernes es un disco en el que la tecnología, la lírica, el sonido o la técnica están al servicio de las canciones y no al contrario. Con esa premisa por bandera la verdad es que a mi me vale cualquier etiqueta. ¿Es un disco de Electrónica?... pues francamente no lo sé pero si es así ¡bendita Electrónica! Yo tenía asociada esa etiqueta a productos algo más difíciles, más bailables y bastante menos bonitos pero probablemente esté equivocado. Tendré que adentrarme un poco más por esos desconocidos mundos. Abstenerse en cualquier caso puristas que piensen que nada grabado después de 1969 merece la pena.

Otra propuesta de raíces claramente “BrianWilsoneras” es la de los estadounidenses The Explorers Club y su flamante primer álbum “Freedom Wind”. En este caso las referencias son más que evidentes. De hecho más que hablar de referencias habría que hablar directamente de “reproducción”. Tanto, que cualquiera que no sea muy ducho en la discografía de los Beach Boys creerá estar escuchando uno de sus muchos discos desconocidos para el gran público.

Mucha gente desprecia a los grupos que claramente suenan a otra cosa conocida. No es mi caso siempre que sobre todo se tenga el talento suficiente para escribir buenas canciones y en este disco se encuentran. En el preciso momento que escuché la primera canción del disco, Forever, sabía que el disco me gustaría y así ha sido.

Descubrir no descubren nada, mimetizan muchos de los sonidos y la estructura que Brian Wilson inventó en una época remota y realmente reproducen casi al milímetro el sonido de los Beach Boys de esa fabulosa época que comenzó poco antes del Pet Sounds y se fue difuminando a medida que el cerebro de Brian Wilson se iba apagando. Es un disco para fanáticos de todo esto así que no te gustará si no te gustan los Beach Boys. Así de sencillo. Abstenerse por tanto las cabecitas cool en constante busca del último hype porque no lo es.

Y por terminar como empecé he repescado un disco del propio Brian Wilson que nunca se llegó a publicar. Dentro del oscuro y retorcido periodo por el que pasó el señor Wilson, que comenzó al terminar la grabación de Pet Sounds y realmente nunca han terminado de concluir, se sucedieron miles de cosas absurdas, fascinantes, aberrantes y muy tristes. No voy a hablar de ellas aquí porque es muy extenso y hay mucha literatura al respecto que lo cuenta mejor que yo (recomiendo por ejemplo: “Bendita Locura” de J. A. González). Digamos que la situación personal de Brian le hizo desligarse del mundo tangible, de la vida y por supuesto también del grupo, entrando en grandes periodos de abstinencia creativa salpicados por pequeñas excepciones casi siempre deliciosas. Una de ellas fue el fabuloso “Love You” uno de los mejores discos de la peor época de los Beach Boys y otro fue la grabación de lo que se conoce como “Adult Child”, álbum que, desconozco la razón, nunca se ha llegado a publicar.

Pero por esas cosas que hacemos los fanáticos de la música yo tengo el disco (existen ediciones pirata circulando por ahí). Es una inocente y preciosa colección de canciones alejadas de cualquier tipo de pretenciosidad y cargadas de infantil ingenuidad (le dedica por ejemplo una canción a su tienda vegetariana favorita: H.E.L.P). Está grabado entre 1976 y 1977 pero no lo parece porque los 12 cortes respiran y huelen a algo atemporal pero añejo entre sonido broadway y actitud crooner. Su escucha me parece muy recomendable para todo amante de la música en general pero especialmente para aquel que como yo sea admirador de este tipo incompresible e incomprendido al que sólo le funciona un oído y que se llama Brian Wilson.

Sonando ahora mismo en mi ipod (viniendo además a cuento):
Far as you are – The heavy blinkers
(Better Weather – Brobdingnagian/ 2002)

El colectivo soledad

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El concepto de soledad es algo tan difícil de definir como fácil de reconocer por uno mismo. Hace tiempo gasté demasiadas fuerzas, con quien no las merecía, tratando de intentar explicar porque estar rodeado de gente no significa automáticamente que no estás completamente sólo. Es más, muchas veces las personas se rodean de mucha gente para intentar precisamente esconder la incómoda frustración de sentirse sólo. Esta terrible enfermedad, la de la soledad, es además una enfermedad fundamentalmente adulta y por ello se hace más patente cuanto más “maduro” te haces, lo cual es terrible siendo consciente de que la “madurez”, hacerse mayor, es algo contra lo que es muy difícil luchar y que caso de intentar hacerlo te consume una gran cantidad de energía que muchas veces no tienes.

Escribir un blog es de alguna forma otra de esas formas de disimular la soledad. Decides desnudar una parte de tu cerebro, que está ahí pero que aparentemente a nadie le interesa una mierda, con la esperanza de que al otro lado de la red existirá algún misterioso ser que por alguna razón pueda estar interesado. No deja de ser una falsa alucinación en las lindes del onanismo intelectual puesto que, siendo sinceros, todos sabemos que es muy raro que nadie encuentre tu blog entre los trillones que debe haber y caso de que lo hiciera, es todavía más raro que lo considere interesante y que además se tome la molestia de tragarse las “morcillas” que alguien tan necesitado como yo de hablar requiere colgar en el ciberespacio.

El caso es que en el fondo paradójicamente algo así sirve para lo mismo que salir con un montón de gente con la que no tienes nada en común a tomar bebidas carísimas en un sitio repugnante lleno de gente repugnante donde la repugnante música que ponen impide por su volumen cualquier tipo de comunicación inteligente. El concepto debe ser el mismo pero me parece más honesto esto.

Existen sin embargo afortunados en el mundo que son capaces de crear un microcosmos en el que poder respirar aire respirable. Un lugar en el que creer, en el que vivir, en el que enfadarse incluso y sobre todo un lugar en el que intercambiar ideas sin ser el friki. Un mundo habitado no sé si por amigos pero al menos con gente con la que compartir inquietudes. Como músico y sobre todo como amante de la música siempre he pensado que me gustaría alguna vez haber formado parte de una especie de colectivo del tipo Elephant 6.

Hace ya algunos años que conocí la existencia de lo que la prensa musical especializada denominaba y denomina el estilo o movimiento Elephant 6. Se trata de una especie de colectivo (y posteriormente sello discográfico independiente) cuya sede virtual ha fluctuado entre Denver (Colorado) y Athens (Georgia), dependiendo de la residencia de concreta de sus miembros fundadores, que originalmente estaba compuesto por las cabezas pensantes detrás de tres proyectos musicales como: Olivia Tremor Control, Neutral Milk Hotel y Apples in Stereo. En esa amalgama de músicos que compartían bandas y amigos de la escena se gestó lo que ahora se entiende cuando el mundo habla de sonido o filosofía Elephant 6 y que básicamente consiste en una particular, aunque reconocible, mezcla de pop, psicodelia, Folk, actitud alternativa, Lo-fi y sentido de la escena musical. Una mezcla, eso si, bastante relativa en cuanto a la homogeneidad y muy diferente según los casos. Con posterioridad a este elenco fundacional de bandas se han ido añadiendo o vinculado al movimiento otra serie de grupos relativamente conocidos que conforman el grueso de la escena como: The Essex Green, Great Lakes, Beulah, Of Montreal,… Ladybug Transistor o Elf Power.

Me parece muy complicado y sobre todo injusto catalogar en general la música de un colectivo tan grande y disperso aunque hay por ahí valientes que lo hacen y que hablan de todos estos grupos como si estuviesen hablando de uno solo. Personalmente yo he encontrado dentro del mismo saco desde cosas excelentes que forman parte de mis recopilatorios (Beulah, Apples in Stereo, Of Montreal,…) a propuestas que me resultan tremendamente difíciles de digerir (Olivia Tremor Control, por ejemplo), pasando por muchos discos que ni fu ni fa.

Una de esas propuestas difíciles de digerir resultó ser, contra todo pronóstico el primer disco de Ladybug Transistor, "Beverly Atonale". No recuerdo bien como pero de alguna manera me había hecho a la idea de que lo que encontraría sería un bonito disco de Orch-Pop que es lo que yo andaba buscando de forma angustiosa durante esos años (debía ser alrededor del año 2000). Desgraciadamente lo que me encontré fue otro disco más de indie-pop con pretensiones y sin sustancia que me dejo más frío que otra cosa y que hizo que me desentendiese por completo de la discografía de esta banda…. hasta la semana pasada.

Hay personas que necesitan irse de compras para compensar los malos momentos de ánimo. Yo necesito comprar discos. No estoy hablando de bajarme música de internet y escucharla, no. Estoy hablando de ir a una tienda, mirar de reojo lo que compran los demás, intentar descubrir que es lo que está sonando, mancharme las manos mirando portadas, decidir que comprar y que no, para luego leerme el libreto en el metro. Por una serie de casualidades todo eso paso con el último disco de Ladybug Transistor – "Can’t wait another day".

¡Por fin puedo hablar de un disco que me gusta en el 2008! Lo que encontré fue precisamente el disco que andaba buscando hace 8 años. Un bonito disco de Orch-Pop con un buen puñado de canciones, una producción elegante, arreglos cuidados, melodías sunshine, violines, vientos… en la línea de mi disco favorito del año pasado (The Clientele – "God Save the…") pero algo más alegre, más indie y bastante menos british. Para amantes del pop del tipo Clientele, Divine Comedy, Belle & Sebastian,… Abstenerse machotes. Un disco para deglutir una tarde de primavera cuando sales del curro y justo antes de entrar en el metro.

Hace años también e interesado por la novedad del colectivo Elephant 6 y los buenos resultados obtenidos con Apples in Stereo o Beulah me compré el primer disco de Elf Power que para ser francos me dejó tremendamente frío. Uno de de tantos discos que sin estar mal tampoco considero una maravilla y esa sensación fue la que me hizo desentenderme de sus propuestas posteriores. No sé cuantos discos sacaron entre medias pero hace un par de años escuche, de una voz tan autorizada y tan poco sospechosa de encumbrar inmerecidamente a la última luminaria indie como la de Paco Pepe Gil (Telemadrid Radio), que el disco “Walking with the beggar boys” de esta banda estaba entre lo mejor del año. Nunca he llegado a escuchar ese disco pero movido por la curiosidad que ese comentario tuvo en mí, ha acabado llegando a mis manos el último disco de la banda: “In A Cave”, publicado este mismo año. Sinceramente la sensación que me queda después de varias escuchas es la misma que guardo del primer disco y personalmente lo he acabado situando en la misma categoría. No está mal, tiene buenas canciones y una por una ninguna desentona pero como disco no creo que se quede grabado mucho tiempo en mi cabeza.

He escuchado algunas otras cosas pero lo dejaré para otra ocasión en vista del tamaño de la morcilla de hoy. Si hay alguien al otro lado sin duda lo agradecerá.

Sonando ahora mismo en mi ipod:
Man-Revolutionary! – ROGUE WAVE (Out of the shadow – Sub pop/2004)

Duda razonable

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Yo creo que lo peor que le puede pasar a un ser humano, independientemente de tragedias puntuales, enfermedades o cosas de ese tipo, obviamente, es no tener esperanza. Algo así como vivir pensando que el tiempo que te queda lo vas a pasar respirando y durmiendo, esperando sin ninguna pasión. Vivir con la idea de que no te va a ocurrir nada digno de ser reseñable en lo que te queda de vida debe ser algo desesperante. No es, o creo que no es, mi caso pero a veces pienso que todo lo que me rodea, la sociedad, el entorno, la vida, están constantemente gritándome al oído que deje de meter la cabeza donde no me llaman si es que de una vez quiero vivir tranquilo. Pero, ¿qué es eso a lo que llaman vivir tranquilo? ¿No se trata precisamente de dejar de tener esperanza en todo lo que no sea el “normal devenir”?

Por eso trato de no hacer caso y por eso, escudándome en lo anterior y probablemente de forma ingenua, soy de esas personas que piensan que el disco o la canción de tu vida está por descubrir, aunque cada vez es más pesada y presente la duda razonable de plantearte si no será que lo mejor ya ha pasado.

Esta semana no ha sido precisamente un buen momento para quitarme de encima esa duda razonable. El domingo abrí con muchas ganas el nuevo trabajo de Gary Louris, "Vagabonds". Los Jayhawks son sin duda uno de esos grupos que mantengo en mi amplio pero selecto olimpo particular de los elegidos. Fueron los que me hicieron abrir mis orejas y mi mente a ese estilo entre el rock, el pop, el country y el Folk que algunos llaman Americana o Alt-Country. Después de ellos llegaron a mi estantería los discos de otro buen puñado de bandas que están enmarcadas en ese mismo estilo pero ninguna ha llegado todavía, para mí, al mismo nivel.

No sé muy bien porque los Jayhwaks dejaron de existir como tal puesto que tras la marcha de Mark Olson el grupo era virtualmente Gary Louris (no creo que Marc Perlman tuviese un peso tan importante) así que no sé si por razones legales con la discográfica, porque el grupo no era realmente la banda unipersonal que yo creía que era o sencillamente porque el amigo Gary estaba hasta los mismísimos de tocar bajo esa denominación, el caso es que hace un año leí una entrevista en la que el señor Louris decía que los Jayhawks eran ya historia y con las mismas meses después aparece este Vagabonds firmado en solitario.

Pocas veces he abierto un disco con tanta predisposición a degustarlo y disfrutarlo pero tras muchas escuchas lo cierto es que no puedo decir que sea uno de mis discos favoritos aunque tampoco puedo decir que sea un mal disco o que no me guste. No cambia demasiado el libro de estilo, ni mucho menos, porque sigue siendo ese pulido sonido americano de siempre, si bien algo menos fresco, más sobrio y conservador en lo musical (rallando a veces en el pesado AOR) y más íntimo y oscuro en lo lírico. Está muy bien tocado, muy bien cantado, excelentemente producido (en cuanto a que está claro lo que quiere hacer y lo hace), tiene un sonido precioso,… pero me resulta plano y falto de emoción. Supongo que en el fondo lo que me ocurre es que no encuentro canciones realmente redondas. Pensé que es de esos discos que mejoran con las escuchas pero lo cierto es que no lo hace.

He llegado a plantearme si efectivamente es realmente tal y como yo lo veo o simplemente es que estoy atravesando una fase de criticismo exacerbarte y el cinismo que destilo ante casi todo lo que me rodea hace que un chip invisible instalado en mi cerebro no me deje disfrutar ya de las cosas. Para salir de dudas decidí hacer la prueba de escuchar el disco inmediatamente después del último trabajo de los Jayhwaks, el excelente "Music for a rainy day". Después de hacerlo, sin duda me quedo más tranquilo con lo que acabo de escribir. Francamente, desde mi punto de vista no resiste la comparación ni de lejos. Es curioso pero me ha pasado con el primer disco de Gary Louris exactamente lo mismo que me ocurrió con el primer disco en solitario de Mark Olson. Sorpresas te da la vida.

Y algo de todo esto hay también en la siguiente historia que tiene como protagonista a The Guillemots. Su primer disco, el muy interesante "throw the windowpane", fue uno de mis discos favoritos del 2006. Llegué a ellos por pura casualidad pero ese equilibrio al límite (y a punto de romper) entre eclecticismo, tecnología, pop, vanguardia, melodía, excentricidad y buenas canciones hizo que cayese rendido ante su álbum de debut. Un álbum que en lo personal tiene además importantes connotaciones para mí porque fue mi banda sonora a finales de 2006 cuando durante algunos días me levanté en un sitio en el que no quería estar (por estar sufriendo) y donde a modo de paliativo me tragaba el disco entero cada mañana, además de porque probablemente fue también la música que rondaba por mi cabeza en el momento que la personita que ahora vive en la habitación de al lado fue concebida.

El caso es que tenía muchas ganas por deglutir este "Red", el nuevo disco de esta banda formada en Londres aunando en sus filas un inglés, un escocés, un canadiense y hasta un brasileño. El disco, siempre desde mi punto de vista, no resiste tampoco la comparación con el anterior. La mezcla otrora brillante, ajustada y equilibrada ahora se desborda de forma algo artificial e inconexa. La excentricidad va por su lado, la tecnología por el suyo,… los retazos de “big music” que hacían gracia en el anterior trabajo ahora cansan. La melodía intenta poner algo de orden en todo ello pero no lo consigue. Tiene buenos pasajes pero no termino de coger la coherencia del disco y se me queda en una especie de mucho ruido y pocas nueces.

Quizás sea un poco “carca” en esto pero creo que los mejores discos de indie-pop o pop-alternativo son aquellos que visten una gran canción de forma original y alejada de las cánones clásicos de la música popular. Los problemas para mí empiezan cuando la gran canción no parece por ningún sitio o cuando se le quiere dar más importancia al vestido que al cuerpo, lo cual es algo desgraciadamente muy común en muchos de los discos que pasan por mis manos últimamente.

Así, harto de tanta decepción, decidí tirarme por una combinación ganadora que sabía que aunque no me entusiasmase no me defraudaría y así encontré “The New Sound”, una de las elegantes colaboraciones entre Cal Tjader y Eddi Palmieri que grabaron para el sello Verve.

Cal Tjader además de un excelente “xilofonista” (o como se llame en castellano al músico que toca el xilófono) es una figura consagrada dentro del mundo del Jazz con docenas de discos grabados desde los años 50, tantos que es imposible abarcar toda su discografía por lo extensa que es. Debe ser de los pocos no latinos que se interesó y se metió de lleno con la música latina de finales de los 60, la cual ya no abandonó en todas sus grabaciones posteriores donde ésta se mezcla con su siempre elegante forma de interpretar la música Jazz. Eddi Palmieri es un pianista latino de reconocida fama también en el mundo del Latin-Jazz y ambos colaboraron en una serie de álbumes que firmaron juntos y que son muy del agrado de los amantes de esta esquina del mundo de la música y de los forofos de los sonidos más Lounge del Jazz instrumental.

Este disco en concreto, sin ser su mejor disco, es un claro ejemplo de en que consistían estas colaboraciones: sonido suave, relajado, elegante, ambiental,… todo muy elegante pero también algo lineal. Entre títulos tan intrigantes como “los jíbaros”, “Los bandidos” o “Picadillo” aparece también una versión de un tema la banda sonora de Modesty Blaze. Un disco para escuchar en casa, recién duchado, con el traje puesto, disfrutando un copazo casero mientras esperas para asistir a una boda coñazo de algún familiar.

Sonando ahora mismo en mi ipod un clasico:
Surf’s up – The Beach Boys (Surf’s Up – Caribou/1971)

Lo que estás pensando

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No sé si alguien lo dijo alguna vez o no pero la vida es sin duda un estado de ánimo. Tan frágil e inestable como el paso de la sonrisa al llanto de un bebe. Al fin y al cabo todos somos bebes que hemos aprendido a disimular. Es cierto eso de que existen personas capaces de mantener un sentido del humor prácticamente constante, que apenas se altera por las vicisitudes que ocurren alrededor aunque mi opinión es que simplemente son personas que han aprendido a disimular mejor que otras y que incluso se creen su propio disimulo. No es desde luego mi caso. Este tipo de privilegiados son capaces de tomarse las cosas “no demasiado a pecho” rebajando la importancia de las cosas a mínimos. Debo decir sin embargo en mi defensa que no los envidio. Creo que alguien incapaz de sufrir o estar triste lo es también de disfrutar y estar alegre. Las emociones puras son las que hacen daño, aunque a veces el daño sea insufrible.

Tras un fin de semana paladeando todavía el regusto de escuchar a Alex, ex fundador de Los Flechazos y líder indiscutible de Cooper, diciendo en el suplemento On Madrid de EL PAIS que el grupo que más le había sorprendido últimamente era Lukah Boo, la semana se presentaba expectante por razones que nada tienen que ver con Lukah boo ni con la música. Como era de esperar nada salió como debía.

Pero bueno, eso no lo sabía el lunes así que no pude elegir entonces mejor la música que me tenía que acompañar en esas primeras horas de la semana: Joe Bataan y su Latin Funk Brother. Una excelente recopilación de los primeros discos de Mr. New York en Fannia que, como no, se encarga de recopilar Vampi Soul. Llevo un par de años metiéndome de lleno en este interesante estilo de música por el que antes siempre había pasado de refilón. Entré con el boogaloo pero he ampliado el campo a otros rincones del Latin-soul y el Latin-jazz. Desde el momento en que fuí capaz de saltar mis prejuicios a todo lo que sonaba a Salsa he descubierto un montón de cosas buenas pero este disco de Joe Bataan es francamente bueno. De lo mejor de mi creciente discografía en el apartado Latin y "Special Girl" una de las mejores canciones que he descubierto en los últimos años. Todo muy cercano a las raíces del soul pero con ese toque, fundamentalmente en el ritmo y la percusión, que sólo los latinos de El Barrio, al suereste de Harlem, sabían dar. Un disco para escuchar en una preciosa tarde de primavera de camino a una cita con esa amiga que desgraciadamente nunca ha dejado de ser amiga.

El descubrimiento de la semana sin embargo ha sido otro: The Two Man Gentleman Band. Abstenerse puristas del indie-pop o alérgicos a abrir las mentes a terrenos inhóspitos para eruditos de la destilación del último big thing que viene desde las islas. El disco en cuestión, Heavy Petting, debería entrar en la categoría del Country-Folk o Americana-Jazz-Roots o vete a saber donde se meten los discos como este. Suena a disco de los años 40/50 pero es de este mismo año. El grupo son un par de tipos que tocan Banjo y Contrabajo respectivamente, a una velocidad endiablada, con un ritmo swing vertiginoso que engancha y que parece la banda sonora de una película de los tiempos del Charleston. Independientemente de todo lo anterior el disco me parece magnífico. Las canciones me gustan, las armonías me encantan, el sonido cheesy me parece justo y nada pretencioso y hasta adoro la parte friki de todo el asunto (si es que la tiene). Es el tipo de disco que pones un domingo de verano en que estás sólo en tu casa, recién salido de la ducha y te apetece bailar en pelotas por toda la casa haciendo el imbécil.

Otros disco de recién llegados que me ha acompañado esta semana han sido los canadienses The Whitsundays (y su disco de debut homónimo). Cuando empecé a escucharlo pensé que por fin llegaba a mis manos un disco POP del 2008 que me pareciese algo más que “no está mal” pero el caso es que tras varias escuchas no he conseguido que me enganche de forma especial ni que pase de esa fría categoría. Probablemente es que mi cabeza está ya tremendamente repleta de grandes canciones pero lo cierto es que cada vez me resulta más difícil encontrar discos que me emociones y más todavía encontrar discos de POP que me emocionen. No creo que sea un problema de los grupos sino más bien mío y eso me asusta. La primera referencia que apareció en mi cerebro al escuchar a los Whitsundays fue la de los Zombies (británicos, evidentemente) lo cual, dicho sea de paso, es para mi una gran referencia. El principio de "it must be me" es un buen ejemplo de lo que digo, pero también las armonías, algún piano eléctrico y el espíritu con el que están envueltas la mayoría de las canciones. El álbum está lleno de canciones bien construidas, bonitas, pero……… no sé. Insisto, estoy seguro que soy yo.

En fin, el caso es que la semana ha terminado bastante peor de lo que empezó. Estoy cansado, desilusionado y no he cogido la guitarra una sola vez en lo que va de semana. Me preocupa seriamente este periodo de abstinencia pero lo cierto es que la única razón de ello es que no me apetece hacerlo. No es una cuestión de tiempo porque nunca he tenido tiempo. Es…. no sé. Otra cosa.

Canción que suena ahora mismo en mi ipod:
What you’re thinkingASTRID (Play Dead – Fantastic/2001)