En el caso de la música soy incluso más talibán en los parámetros. La música, del estilo que sea, tocada con un ukelele o con la filarmónica de Berín, tiene que emocionarme para que la considere obra de arte. No vale con que me den ganas de vomitar o de dormirme, que también son respuestas emocionales. Es más, es imprescindible, al manos en mi caso, que el resultado tenga que ser fundamentalmente algo bonito.
Y bonitos, muy bonitos, son los discos que he escuchado hasta la extenuación esta semana. El primero, nada más que por aquello de los galones, es el nuevo trabajo que nos regala ese genio de mirada perdida, cerebro agujereado y talento infinito que responde al nombre de Brian Wilson. Viendo el estado anímico y físico del bueno de Brian desde hace muchos años, me tomo cada nuevo disco que aparece con la etiqueta de su nombre como algo totalmente inesperado y sólo por ello un regalo. Los discos modernos de Brian Wilson son como ideas que estaban condenadas a no ver la luz nunca jamás y que por circunstancias de bondad y amor a su talento por parte de gente que lo admira han acabado siendo realidad. Este “That Lucky Old Sun” es un buen disco sobre todo para rendidos admiradores como el que les escribe. No sé lo que será parte de Brian y lo que será parte de sus talentosos y entregados colaboradores (entre los que destacan la pareja pensante de ese secreto tan bien guardado conocido como The Wondermints). No lo sé pero me da igual. El disco es una delicia con pasajes preciosos que recuerdan al Brian más sencillo, el de los primeros tiempos, ese que fue y nunca volverá a ser. Las pequeñas motas de “caspa”, que haberlas las hay, se quitan simplemente soplando.
El disco es un homenaje deliciosamente cursi a su querida California pero sobre todo a la ciudad donde Brian ha vivido sus mejores y peores momentos: Los Angeles, L.A. Estructurado como disco conceptual, lo cual a mi me parece un gran acierto, el disco avanza sin pausas entre canciones y pasajes recitados en donde echa un cable el mítico escritor del mítico Smile (Van Dyke Parks). Pop, puro pop de la mejor escuela con momentos realmente buenos como: “Good kind of love”, “Live let live”, “Can’t wait too long” o la preciosa “Midnight’s another day”. En fin, Brian Wilson con bastante dignidad. ¿Qué más se puede decir?
Y muy bonito es también el último disco de Señor Mostaza, “Somos poco prácticos”. Por esas cosas absurdas de la vida y sobre todo por lo prejuiciosos que somos los músicos españoles para con los músicos españoles, descubrí al grupo por recomendación de un amigo argentino (imperdonable). No lo conocía porque ni tan siquiera había escuchado el nombre nunca antes pero cuando me lo dijo supuse que se trataría de alguno de esos grupos de “espectacular” éxito micro indie cuya sofisticada música nunca acabo de entender por más que la escucho. No pude ser más idiota pensando así porque con ello aparte de hacerme a mi mismo un tipo incoherente lo cual es algo que detesto hizo que tardara más tiempo en llegar a un magnífico grupo.
Con referencias al mejor pop de toda la vida (a mi entender) y un lógico acercamiento a los grupos pop que tienen al piano como principal arma arrojadiza (indefectiblemente aparece el nombre de mi admirado Ben Folds en la referencias que he leído del grupo) Señor Mostaza es una gran banda muy disfrutable. Una de esos grupos con personalidad propia y al margen de modas cool que son atípicos en la escena patria lo que les hace incluso más apetecible. El disco está compuesto por diez canciones construidas con talento y solvencia a través de una instrumentación en apariencia sencilla pero que como casi todas las cosas que parecen sencillas no lo es. Todo ello rematado con unas melodías que no me importaría fuesen mías con las que cuentan historias concretas y precisas subiéndose de una manera muy particular sobre unas letras cargadas de importantes dosis de cinismo e ironía. Me gusta. Me gusta mucho. Me parecería un crimen que “Ser vulnerable” no fuese mundialmente conocida (porque si lo fuese seguro sería un hit) o que esa preciosa píldora de pop llamada “Minitragedia de Arconada” se quedase escondida dentro de un disco escondido. El mundo es cruel y el mundo de la música lo es más todavía así que no me extrañaría nada. Yo lo único que puedo hacer es denunciarlo gritándolo lo más alto que pueda y disfrutarlo en la intimidad.
Así que con estos precedentes no me ha apetecido escuchar más que cosas bonitas esta semana y por eso no podía cerrar esta humilde crónica de otra forma que no fuese con un disco bueno y muy bonito. Que mejor opción que “Meaningless” el que creo es el único disco en solitario de ese misterioso genio de la música conocido como Jon Brion. Aquellos que gusten de leer los libretos de los discos o los créditos de las películas conocerán ya al personaje puesto que ha sido productor o colaborador de gente como: Elliot Smith, Wallflowers, The eels, Aimee Mann,.. y es el autor de bandas sonoras tan bonitas como las de: “The eternal sunshine of the spotless mind” (magnífica película, por cierto) o “I Heart huckabees” (aquí traducida como “extrañas coincidencias”). Un tipo reputado que conoce perfectamente los entresijos de lo que debe ser una canción pop y que se mantiene en un oscuro segundo plano dentro del panorama oficial.
El disco no lo tengo físicamente. Me lo pasaron en MP3 hace tiempo y lo he escuchado mil veces pero el día que lo vea a tiro pasara a mi estantería. Lo tengo claro. Creo que merece la pena. De hecho haciendo el blog he descubierto que el propio Jon lo vende a través de su web así que ya sé lo que tengo que hacer. Tiene el estilo melódico de los discos de Elliot Smith pero menos retorcido y con un olor bastante menos opresivo. Buenas canciones y una producción magnífica de esas que a pesar de lo rebuscado de casi todo tienes que pararte a reflexionar para darte cuenta de lo que ha hecho. Es tan ingeniosa que pasaría como una producción normal para cualquiera. Bien tocado y bien cantado vas pasando por cortes de personalidad propia y exquisito gusto hasta acabar en “Voices”, al parecer una versión de Cheap Trick (desconozco el original). Un disco para tener, sin duda.
Sonando ahora en mi ipod (otro que no se cansa de hacer canciones bonitas):
Black dress – Ed Harcourt
"Strangers" (Heavenly/2004)