Dicen que los bebes necesitan seguir siempre la misma rutina para sentirse a gusto y felices. Es tan traumático el cambio de estar viviendo sin ningún tipo de exigencia ni preocupación dentro del vientre materno y tener que pasar a este bendito mundo con luz, horarios, voces, tener que comer determinada comida por determinado sitio, gente que quiere que hagas lo que tú no quieres hacer…en fin, que necesitan agarrarse a una rutina para sobrevivir. También dicen que a medida que te vas haciendo mayor (o muy mayor) los seres humanos sufren punto de regresión en el que tiendes a comportarte igual que un bebe. Por eso siempre se ha dicho que los ancianos son como bebes en muchos aspectos.
Creo que soy lo suficientemente joven como para ser considerado anciano pero también lo suficientemente joven como para no ser considerado un bebe pero el caso es que estoy viviendo una de esas fases de regresión y tengo la sensación de que necesito agarrarme a una rutina más o menos conocida e inofensiva para no sentirme alterado. Nunca ha sido así pero los últimos cambios que me han ocurrido por dentro y por fuera me hacen sentir más que nunca y con demasiada intensidad la agresividad y hostilidad que transmite este mundo. Lo siento además muy presente, como si fuese el pestilente aliento de cualquier mequetrefe respirando en mi nuca.
Esta semana ha sido de todo menos rutinaria. Por razones ligadas fundamentalmente a esa penosa labor que como prostituta de lujo profesional tengo que desarrollar para ganarme la vida (porque ya me gustaría poder hacerlo dignamente con esa otra parte de mi cerebro desde donde salen estas líneas), he tenido que estar fuera de contexto prácticamente a todas horas. Esa simple estupidez ha hecho que mi sistema nervioso esté alterando e inestable permanentemente lo que colabora a que todo a mí alrededor se complique de forma tan absurda para el resto del mundo como terrible para mí.
Por supuesto también ha afectado a la música y a como esta suele empapar normalmente todas las partes de mi cuerpo. Esta semana sin embargo no ha sido así. He intentado escuchar un montón de discos, nuevos y antiguos, alegres y tristes, probablemente buenos y malos pero ninguno de ellos se ha quedado dentro de verdad. He utilizado más tiempo que nunca y más ganas que nunca para hay ciertas partes internas dentro de mi que esta semana eran absolutamente impermeables. Eso no significa que los discos no lo valgan. Significa que la música también es un estado de ánimo.
Uno de los discos que mas he escuchado es “Talking through Tin Cans” el trabajo de debut de un grupo americano (liderado por un chico de origen chino y apellido Chu) The Morning Benders. Un muy interesante y divertido disco que recoge las mejores influencias de lo mejor del indie americano en su versión más pop. Sonido acústico acelerado, melodías exageradas, voces dobladas y buenas canciones. Ese tipo de pop entre medias de bandas como The Shins, Rogue Wave, The Spinto Band o Beulah. Algo más californiano si cabe y con algo más de querencia por los coros y armonías que tan buena y merecida fama han dado siempre a la costa oeste y en especial a al área de San Francisco. Un bonito disco para escuchar bebiendo agua antes de bajarte a la piscina.
Reconozco que escucho muy poca música cantada en castellano. Esa, y no otra, es la razón de que me cueste más escribir canciones en el idioma de Cervantes que en el de la Pérfida Albión. Cuando escucho algo en inglés paradójicamente me suena más natural simplemente porque estoy más acostumbrado. Algo de culpa debo de tener, sin duda, pero yo estoy convencido de que la razón hay que buscarla fundamentalmente en el daño que ha hecho (y sigue haciendo) la manida, engañosa e hipócrita “movida” y el monstruo-rodillo musical que se creo en España a principios de los 80 con tan inocente excusa. Algún día contaré mi opinión al respecto (que no es ningún secreto por otra parte) pero como es muy largo no lo haré aquí. Si alguien está mínimamente interesado, insinuaba algo al respecto en un post que escribí en la web de popmadrid hace tiempo y que puedes ver en este link.
Por todo lo anterior tiene todavía más mérito que cite aquí un disco cantado en castellano y que encima viene de geografías por las que no suelo deambular normalmente y con las que no tengo ninguna relación. The New Raemon es el nombre tras el que se esconde el proyecto personal de un tipo llamado Ramón Rodríguez que también es miembro de otros dos grupos de la escena barcelonesa como son: Madee y Ghouls’n’Ghosts. Dos grupos de sonido alternativo y letras en inglés que en principio poco tienen que ver con el concepto de New Raemon. Su primer disco bajo esta bandera “a propósito de Gartfunkel” es un precioso ejercicio de pop introspectivo y acústico con criterio y clase pero sobre todo con personalidad. En general el disco en si me parece muy interesante en el que (para mi) destaca la primera canción “La cafetera” que me parece magnífica. Las letras son parte de la música y esa, junto con la naturalidad no forzada, es probablemente su principal virtud. Una grata sorpresa digna sin duda de ser reseñada.
Y por último simplemente nombrar un disco con altibajos que empieza de forma magnífica pero que se me acaba convirtiendo en algo menos destacable y pesado a medida que se suceden las canciones. Se trata del quinto (creo) disco de la banda americana de alt-Country The Strugglers llamado “The latest Rights” (y editado por el sello Acuarela). Vozarrón masculino que saca la cabeza sobre un fondo de americana indie campestre y folkie (su mejor versión) que poco a poco acaba transformándose en sonidos menos country y más alternativos donde creo que el grupo se hace menos original y más predecible.
Sonando ahora mismo en mi ipod:
Creo que soy lo suficientemente joven como para ser considerado anciano pero también lo suficientemente joven como para no ser considerado un bebe pero el caso es que estoy viviendo una de esas fases de regresión y tengo la sensación de que necesito agarrarme a una rutina más o menos conocida e inofensiva para no sentirme alterado. Nunca ha sido así pero los últimos cambios que me han ocurrido por dentro y por fuera me hacen sentir más que nunca y con demasiada intensidad la agresividad y hostilidad que transmite este mundo. Lo siento además muy presente, como si fuese el pestilente aliento de cualquier mequetrefe respirando en mi nuca.
Esta semana ha sido de todo menos rutinaria. Por razones ligadas fundamentalmente a esa penosa labor que como prostituta de lujo profesional tengo que desarrollar para ganarme la vida (porque ya me gustaría poder hacerlo dignamente con esa otra parte de mi cerebro desde donde salen estas líneas), he tenido que estar fuera de contexto prácticamente a todas horas. Esa simple estupidez ha hecho que mi sistema nervioso esté alterando e inestable permanentemente lo que colabora a que todo a mí alrededor se complique de forma tan absurda para el resto del mundo como terrible para mí.
Por supuesto también ha afectado a la música y a como esta suele empapar normalmente todas las partes de mi cuerpo. Esta semana sin embargo no ha sido así. He intentado escuchar un montón de discos, nuevos y antiguos, alegres y tristes, probablemente buenos y malos pero ninguno de ellos se ha quedado dentro de verdad. He utilizado más tiempo que nunca y más ganas que nunca para hay ciertas partes internas dentro de mi que esta semana eran absolutamente impermeables. Eso no significa que los discos no lo valgan. Significa que la música también es un estado de ánimo.
Uno de los discos que mas he escuchado es “Talking through Tin Cans” el trabajo de debut de un grupo americano (liderado por un chico de origen chino y apellido Chu) The Morning Benders. Un muy interesante y divertido disco que recoge las mejores influencias de lo mejor del indie americano en su versión más pop. Sonido acústico acelerado, melodías exageradas, voces dobladas y buenas canciones. Ese tipo de pop entre medias de bandas como The Shins, Rogue Wave, The Spinto Band o Beulah. Algo más californiano si cabe y con algo más de querencia por los coros y armonías que tan buena y merecida fama han dado siempre a la costa oeste y en especial a al área de San Francisco. Un bonito disco para escuchar bebiendo agua antes de bajarte a la piscina.
Reconozco que escucho muy poca música cantada en castellano. Esa, y no otra, es la razón de que me cueste más escribir canciones en el idioma de Cervantes que en el de la Pérfida Albión. Cuando escucho algo en inglés paradójicamente me suena más natural simplemente porque estoy más acostumbrado. Algo de culpa debo de tener, sin duda, pero yo estoy convencido de que la razón hay que buscarla fundamentalmente en el daño que ha hecho (y sigue haciendo) la manida, engañosa e hipócrita “movida” y el monstruo-rodillo musical que se creo en España a principios de los 80 con tan inocente excusa. Algún día contaré mi opinión al respecto (que no es ningún secreto por otra parte) pero como es muy largo no lo haré aquí. Si alguien está mínimamente interesado, insinuaba algo al respecto en un post que escribí en la web de popmadrid hace tiempo y que puedes ver en este link.
Por todo lo anterior tiene todavía más mérito que cite aquí un disco cantado en castellano y que encima viene de geografías por las que no suelo deambular normalmente y con las que no tengo ninguna relación. The New Raemon es el nombre tras el que se esconde el proyecto personal de un tipo llamado Ramón Rodríguez que también es miembro de otros dos grupos de la escena barcelonesa como son: Madee y Ghouls’n’Ghosts. Dos grupos de sonido alternativo y letras en inglés que en principio poco tienen que ver con el concepto de New Raemon. Su primer disco bajo esta bandera “a propósito de Gartfunkel” es un precioso ejercicio de pop introspectivo y acústico con criterio y clase pero sobre todo con personalidad. En general el disco en si me parece muy interesante en el que (para mi) destaca la primera canción “La cafetera” que me parece magnífica. Las letras son parte de la música y esa, junto con la naturalidad no forzada, es probablemente su principal virtud. Una grata sorpresa digna sin duda de ser reseñada.
Y por último simplemente nombrar un disco con altibajos que empieza de forma magnífica pero que se me acaba convirtiendo en algo menos destacable y pesado a medida que se suceden las canciones. Se trata del quinto (creo) disco de la banda americana de alt-Country The Strugglers llamado “The latest Rights” (y editado por el sello Acuarela). Vozarrón masculino que saca la cabeza sobre un fondo de americana indie campestre y folkie (su mejor versión) que poco a poco acaba transformándose en sonidos menos country y más alternativos donde creo que el grupo se hace menos original y más predecible.
Sonando ahora mismo en mi ipod:
Don’t you Evah – Spoon
(ga ga ga ga ga – Merge/2007)
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