Atrás

|
Después de la tormenta viene la calma se suele decir y eso es más o menos lo que me ha pasado esta semana. No puedo hablar de una calma completa pero si al menos de una calma digerible. Es en estos momentos cuando uno por fin puede pararse a pensar sobre las cosas que se ha dejado atrás en pleno fragor de la vorágine. Esa llamada sin contestar, ese correo al que no le prestaste atención, esa cita que tuviste que posponer, esos capítulos atrasados de Mad Men, esa película que todavía no has podido ver ese libro que tienes pensado ir a comprar… Sin embargo en lo relativo a la música los momentos de caos cerebral son malos compañeros de baile para las referencias musicales o las colecciones de discos personales porque aunque durante esos momentos desquiciantes siguen apareciendo propuestas musicales interesantes, que en otro momento entrarían en el cerebro con muy alta probabilidad, “desgraciadamente” la creación musical evoluciona a tal velocidad que es muy difícil recuperar lo que dejaste aparcado atrás porque lo más probable es que hoy exista otra propuesta tan apetecible al menos como la que dejaste. Así que esta semana he intentado hacer el esfuerzo de homenajear o literalmente recuperar discos que de alguna u otra forma había dejado atrás.

En contra de lo que mucha gente pueda pensar (y piensa) cuando nacieron los happy losers yo no tenía ni idea de lo que era el power-pop o la new-wave. Ni idea, francamente. Fue después, cuando se nos asoció a ese sonido (yo creo que sin demasiadas razones para ello pero es una opinión personal), cuando empecé a introducirme en el sector. Sigo sin ser un erudito del tema, ni mucho menos, pero más o menos tengo los conocimientos suficientes. Fue un proceso acelerado y lo cierto es que durante un tiempo concreto a finales de los 90 la cantidad de discos de power-pop que pasaban por mi “tocadiscos” era realmente exagerada. Tanto que llegué casi a sentir una cierta alergia por los discos que sonaban a power-pop. El problema es que si bien en teoría dentro de esa etiqueta caben muchas cosas al final lo que son los parámetros del género suelen ser pocos y muy evidentes. De entre mis discos favoritos de todos los tiempos hay muchos que podrían encajar en esta categoría pero también es cierto que existen en el mercado cientos de discos de “genero” que francamente me parece que no aportan nada salvo para ese grupo de personas de mente obtusa que adoptan un determinado sonido con lo que debe ser la música y sólo buscan cosas que suenen igual o parecido. Talibanes de estos los hay de todos los estilos (especialmente en lo que respecta a los sonidos clásicos) y además suelen ser tipos que se consideran muy aficionados a la música, muy eruditos y que suelen ofrecer una actitud de desprecio frente a los que escuchan otras cosas. Es su problema. Personalmente es un tipo de personaje que no me interesa.

El caso es que entre todos esos discos de grupos de power-pop “de saldo”, como con bastante mala baba solíamos denominar los happy losers a este grupo de grupos, se coló una maravilla que se me pasó en su momento. Por entonces todo el mundo me recomendaba bandas que eran la leche o me dejaban discos que eran “lo mejor” que habían escuchado en mucho tiempo. Al principió tragaba con todo pero llegó un punto en el que directamente ni los escuchaba. Bajo esa tesitura es como recibí “Sandbox” el único disco (que yo sepa) de Erik Voeks. Un disco editado en 1994 misterioso, cristalino, inteligente y precioso que como tantos otros ha pasado sin pena ni gloria para el gran público. Erik Voeks es un tipo afincado en estados unidos pero al parecer originario de Australia que no ha vuelto a editar nada en formato largo. No se sabe de dónde salió ni a donde ha ido (aunque me consta que tiene activa una página de myspace). En ese disco de 1994 aparecían colaborando algunos nombres que entonces no me decían nada pero que luego aparecieron en mi discografía como: adam schmitt o jay Bennet. Supongo que a cualquiera al que le guste este tipo de música no le estoy descubriendo nada pero si no es así y no conoces este disco intenta hacerte con él. Basta escuchar “my dentist” para querer tener esa canción en tu casa.

Elevando algo el nivel de conceptualidad en esto de dejar cosas atrás, si alguien me preguntara cuales son las zonas oscuras en cuanto a mi conocimiento o disfrute musical le contestaría sin dudarlo que habría que situarlas a mediados de los 70 y prácticamente toda la década de los 80. Por el resto de décadas más o menos he pasado o me ha interesado algo pero por estás es muy raro. Sé que soy injusto y que seguro que existen cosas interesantes (porque siempre hay cosas interesantes y basta abrir la mente un poco) pero no he tenido todavía tiempo y por eso esta semana me he ido precisamente ahí.

Cuando servidor era un joven con inquietudes que entraba en las pequeñas tiendas de discos que allá por finales de los sobrevalorados años 80 existían por Madrid, fuí consciente que en esos años había ya un buen puñado de grupos indie de trayectoria sólida y rancio abolengo. Grupos que como casi todos los grupos independientes fueron de “corta” trayectoria que nació en los 80 y murieron estilísticamente hablando en la misma época. He sabido de esos grupos porque escuchaba su nombre en las tiendas, veía los posters o anuncios de concierto y he leído sobre ellos en revistas especializadas pero nunca les he llegado a escuchar o cuando lo hacía no me gustaba. Uno de esos grupos son los escoceses Cocteau Twins y está semana me he invitado a escuchar varias veces un disco suyo que aconsejado por un experto en la materia ha sido “Heaven or Las Vegas”. Reconozco que si la escucha de este disco me pilla en otra época o con otro estado mental no paso de la segunda canción pero no ha sido así. Las primeras escuchas me dejaron frío sin entender muy bien de que iba todo aquello pero las siguientes hicieron subir las persianas de mi espíritu receptor hasta el punto de que ha acabado gustándome. Es más, escuchando este disco entiendo de donde viene y de donde bebe el sello 4AD o como se gestaron todas esas cosas con las que me toparía yo mismo poco después como el noise-pop. De hecho a quien más me recuerda este disco es a My bloody Valentine, cosa curiosa puesto que apenas hacen ruido. Disco difícil de escuchar para puristas pero que dejaré en el ipod per seculam seculorum.

Y por último otro gran olvidado en mi discografía: Tom Petty. Evidentemente sabía quién era, conocía algunas de sus canciones pero hacía tiempo que me intrigaba escuchar un disco completo (no un grandes éxitos) de un tipo amigo de Roy Orbison, George Harrison o Bob Dylan que además era miembro de los Travelling Wilburys, así que la ocasión se presentó llovida del cielo cuando hace un par de semanas me regalaron este “Full Moon Fever”. El disco es un disco de Rock & Roll americano clásico que además bebe de los clásicos. Hoy, donde todo se ha difuminado de forma ostensible, esto es algo que no sorprende pero me puedo imaginar el efecto de grabar discos de este tipo a mediados de los 70 entre heavy-metals, Rock-progresivo y la inminente llegada del Punk. Este disco es del ’89 no obstante y está producido por Jeff Lynne, líder de la Electric Light Orchestra (otra laguna de mi discografía) antes de ser un reputado productor. El disco tiene algunas canciones buenas pero en su conjunto no me mata, la verdad. Mucha culpa viene precisamente de su elogiada producción. Los discos producidos por Jeff Lynne suenan así, enormes, ampulosos, grandilocuentes… eres capaz de escuchar todas las cuerdas de todos los instrumentos, todas las cuerdas vocales de todos los que están cantando,… las guitarras parecen tocadas en un estadio de fútbol y todo es perfecto. Es tan perfecto que yo no me lo creo. Supongo que para gustos están los colores pero a mí me emocionan las cosas más sencillas.

3 comentarios:

Quant dijo...

Hola:
!!!!Que leo por ahí!!!! que habeis grabado canciones nuevas como Happy Losers!!!!!??????
que alegria, tio!!!!
Me alegro un montón y deseando escucharlas!!!!!!
Una abrazo

lukah boo dijo...

Bueno, bueno... estamos grabando dos o tres canciones en plan perfil bajo para hacer una especie de EP navideño. En principio la idea es hacer algo modesto casi para repartir entre amigos pero lo cierto es que al final no sé en que quedará...

Lo que si hemos grabado es una versión de "Un hombre en mi nevera" de Glutamato Ye-yé para un disco que van a regalar en el concierto que dan el Sábado que viene.

Sólo lo por lo raro que es ver a los Happy losers haciendo una versión de Glutamato ye-ye (buenos amigos, por cierto) tiene gracia. Está colgada en el myspace de glutamato así que ahí se puede escuchar (irónicamente yo no la tengo).

Un abrazo y gracias por escribir...

Rubin dijo...

Dale más escuchas y te lo llevás a la isla desierta, te lo aseguro!!

Publicar un comentario