Últimas copas

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Los finales de año suelen tener un efecto raro en mí. A veces me da por la euforia sin sentido y por el irracional optimismo de pensar que lo que va a venir va a ser muy bueno pero otras me da por justo todo lo contrario. Me temo que estoy más cerca de la segunda opción que de la primera y me frustra todavía más el pensar que no tengo ninguna razón para ello porque haciendo una cuenta objetiva de las cosas que me rodean soy, sin ningún género de duda, un tipo afortunado. Pero esta semana mi estado anímico se ha solidarizado con el tiempo atmosférico, ese que planta un melancólico y frío gris en todos los átomos del paisaje. Un esfuerzo que no ha valido para nada, un cansancio mal empleado, un nuevo pequeño disgusto de alguien a quien quieres, un sentirse ninguneado, una injusticia, un peso repentinamente atroz que te sientes incapaz de soportar… esas pequeñas tragedias.

Y así estoy, en las últimas semanas del año, esas en las que en lo musical suelo intentar descubrir ese disco maravilloso del 2008 que se me ha pasado sin que me diera cuenta pero sin tener ganas de hacerlo y refugiándome en canciones lentas que inspiran paisajes melancólicos por encima de otras opciones más inspiradoras y terapéuticas. Aquí va una pequeña muestra de lo menos obvio…

Un disco que he escuchado esta semana es precisamente uno publicado este mismo año y que probablemente sea el disco de género que más me ha gustado. Se trata de una banda americana llamada The Felice Brothers y su último álbum del mismo nombre. Una banda nacida en el precioso valle del Hudson en el estado de Nueva York (¡he estado allí!) y que estilísticamente siembra sus raíces en el Folk americano tradicional o el rock-folk clásico y ciertamente destilan clasicismo por todos los poros lo que no es ningún problema para que el resultado me resulte tremendamente agradable, no sé si precisamente por el momento tan ideal en el que escuché el disco por primera vez (esas cosas marcan) o porque realmente es un gran disco, aunque estoy casi convencido de que se acerca más a esto último. A pesar de que la voz principal es prácticamente igual que la del Bob Dylan original (me dijeron el otro día que en una reseña del disco decían que era como Bob Dylan cantando después de algunas lecciones de canto) y de todo lo dicho anteriormente el disco suena honesto y verdadero con pasajes muy bonitos. En especial me gustan los cortes en los que se vuelven más “circenses” y hacen uso de instrumentos de viento pero el grueso del álbum es americana de corte acústico y lírica desgarrada. El único problema que le veo al disco es un excesivo metraje que a mi particularmente me parece exagerado y que impide el que pueda disfrutar del disco en una sentada. Creo que es una buena recomendación para la gente que el gusta este tipo de música pero no la mejor opción para adentrarte si eres alguien con cierta alergia a los sonidos en torno al Country americano.

Me es difícil hablar de los BMX Bandits entre otras cosas porque son uno de mis grupos referencia. Para muchos prácticamente un grupo de juguete y no muy a tener en cuenta y puede que no sean el mejor grupo sobre la tierra pero para mi, por eso de que asocias canciones con momentos felices, son de esas formaciones musicales que más y mejores momentos me ha dejado en la soledad de mi habitación. Sus primeros discos están almacenados en una parte privilegiada de mi cerebro y allí estarán para siempre. La banda se formó y giraba en torno a los talentos de dos músicos de Glasgow famosos en el mundo indie pero auténticos desconocidos para el mundo en general como son Douglas T y Francis Mc Donald y para mi esos son y serán siempre los BMX Bandits aunque ahora las cosas sean diferentes. En mi opinión la banda culminó con “Gettin’ Dirty” en 1994 publicado por Creation y a partir de ahí lo que se publica con ese nombre es otra cosa distinta. Mejor o peor pero distinta. El siguiente disco que salió con el mismo nombre de la banda fue el irregular (aunque todavía con momentos gloriosos) “Theme Park” y partir de ahí pasaron casi 7 años hasta el siguiente disco, “Down at the hop”, que personalmente creo que no debería haber salido como disco de BMX Bandits nunca ya que supone un claro punto negro para el nombre (al menos en mi modesta opinión). Esta última referencia había hecho que no me interesase mucho por escuchar el último trabajo públicado bajo etiqueta BMX, “Be sting”, pero me estaba equivocando. Con “Be Sting” se recupera la dignidad y se eleva de nuevo al pop hacia las cotas donde siempre debería estar el nombre de los “bicivoladores” (infame título con el que se estreno en España la película “BMX Bandits”). Vale, que canta una voz femenina que antes no estaba y vale que todo recuerda (¿demasiado?) al cerebro de mis admirados The Pearfishers (miembro estable de la banda ahora) pero da igual. ¿Qué más da mientras sea Pop?

Y para terminar algo que lleva mucho tiempo en mi discografía pero que recuperé el jueves viendo “cuéntame”. En el momento en el que al pobre “antoñito” le estaba dando un infarto los programadores de esa buena serie, rara avis entre la producción nacional, decidieron dar muestra de su buen gusto (puesto en duda seriaamente con la nueva versión de la cabezera de la serie) adornando la escena con la música de Astor Piazzola. A la mañana siguiente “Libertango” estaba sonando en mi ipod. Piazzola es un referente en la música argentina y particularmente en el Tango, género al que llevó hasta límites inéditos hasta entonces. Para mi escuchar a Piazzola es escuchar a Buenos Aires y aunque sé que suena a frase de almanaque prometo que lo digo de corazón. “Adios nonino” por cierto, es una de las melodías más bonitas que he escuchado en mi vida (aunque la versión que aparece en “Libertango” no es precisamente mi favorita) y es de esas canciones que la primera vez que las oyes piensas que siempre han estado en tu cabeza.

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