Punk

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Durante esta lluviosa semana me he leído un libro interesantísimo que recomiendo a los enfermos de la música como yo. Se trata de “No Irish, no Blacks, no Dogs” o lo que es lo mismo una especie de autobiografía de John Lydon, el mítico Johnny Rotten cantante de los Sex Pistols. Para mí ha sido toda una revelación sobre un personaje del que no conocía más que sus escaparate público donde no salía precisamente bien parado. Me ha servido para aprender que el tal Rotten es un tipo bastante más inteligente de lo que yo me había imaginado, que el movimiento tenía unos cimientos bastante diferentes a los que yo creía y que muy probablemente murió en el mismo momento el que todo el mundo pensó que estaba naciendo. Siempre había tratado el concepto Sex Pistols como un producto prefabricado de la normalmente pujante prensa británica y algunos listos que se lucraban también con el fenómeno pero después de leer el libro he tomado algo más de conciencia sobre lo que se cocía por entonces en la sociedad londinense, de donde venía todo ese rompedor movimiento que cuando yo era pequeño tanto me sorprendía y sobre todo lo que era y es el Punk, que por cierto tiene poco que ver con lo que la mayoría de gente cree entender por Punk, con lo que ha ganado en credibilidad para mí.

Así que lo primero que hice al acabar el libro fue hacerme con su único LP publicado como tal, el mítico “Never mind the Bollocks”, para volverlo a escuchar desde esta nueva perspectiva. Debo decir que me encaja y que me encaja mucho mejor que antes. El paso del tiempo y la degradación de los conceptos hace que cuando ahora escucho hablar de Punk inmediatamente el resorte que salta en mi cerebro es el del estilo musical conocido como Punk o Punk-Rock que efectivamente coincide con lo que hacían los Sex Pistols en 1976 pero también otros grupos lejos del norte de Londres como los Ramones hacían algo parecido (y antes) así que la creación de ese sonido no es tan evidente que pueda atribuirse a los ingleses pero otra cosa es el concepto como forma de pensamiento que en sí es muy británico y probablemente si nazca de la cabecita del señor Lydon. El disco es un ejercicio más que digno de Punk-Rock (por mucho que les tacharan a los Pistols de no saber tocar, que es algo que no queda tan evidente en el disco), bastante menos feroz de lo que se cuenta y con canciones más o menos impecables en lo musical pero interesantísimas siempre en lo lírico, especialmente haciendo el ejercicio de abstracción de colocarse en la época. Cuando confluyen las dos cosas se consiguen auténticos hits atemporales como “Anarchy in the UK” o “God sabe the Queen”. Desde un punto de vista nostálgico pero intentando ser realista me parece un disco imprescindible para entender lo que ha sido y es la cultura Pop antes y después de 1977. No sólo por la cantidad de grupos que en lo musical se han visto influidos sino también por una influencia algo más soterrada en todos esos aspectos que toca la música más o menos de refilón: creación, discográficas, producción, giras, el mundo de los artistas, el concepto de poesía en una canción, etc… prometo que yo era uno de los que no pensaba así antes de leer el libro.

Y es que otra de las cosas que me han quedado claras es que los Sex Pistols hoy nunca hubiesen tocado música Punk-Rock. El propio Lydon lo dice en el libro insinuando que lo más cercano que existe ahora sería el Hip-hop. Yo quizás no llego a tanto pero probablemente sea más Punk intentar construir canciones Pop de estructura desorganizada evitando los elementos clásicos (guitarra, bajo, batería) que imitar perfectamente a los Ramones haciéndolo incluso mejor que ellos. Así que con esto en la cabeza decidí dar una segunda oportunidad al grupo del momento: Animal Collective.

No soy capaz de recordar la razón pero la idea que yo tenía hasta la semana pasada de Animal Collective es la de que eran un auténtico tostón. Supongo que alguna vez habré escuchado algo de alguno de sus discos anteriores (creo que tienen más de 8 LPs anteriores) pero lo cierto es que tampoco recuerdo hacerlo. ¿Prejuicios? Puede ser pero lo que si recuerdo es escuchar con más pena que gloria el último disco de Panda Bear (trabajo en solitario de uno de los miembros de Animal Collective) y quedarme igual que al principio sin entender nada. Pero me armé de valor, le pedí a un amigo ultra-indie el último disco de los americanos, “Merryweather Post Pavillion” y no sin cierto recelo me puse a escucharlo… pues bien puedo prometer y prometo que me ha gustado. Ejem…, me ha gustado mucho. Efectivamente es un disco desestructurado, de esos que buscan ambientes creados por sonidos oníricos poco convencionales en cada corte, que hablan de cosas difíciles de entender y que en lo musical lo basan todo en las posibilidades de la música electrónica, loops enervantes, ritmos raros (en ocasiones incluso de tinte africano), voces conscientemente lejanas y grandes desarrollos. Si yo leo todo esto a priori me resultaría tan poco atractivo escucharlo que no lo haría pero lo cierto es que reconozco que encaja. Encaja perfectamente y el disco es una sucesión coherente de piezas que revitalizan el concepto de canción. Sé que decir esto queda muy elevado o arty pero no es mi intención. El disco es raro (no podía ser de otra forma) pero prometo que lo he disfrutado. Será el efecto Lydon aunque no creo porque seguramente el señor Rotten diría que es una puta mierda cocinada por y para snobs de clase alta. O no, vete tú a saber.

En uno de los muchos pasajes del libro en los que el señor Lydon intenta explicar lo que es el Punk dice algo así como que “no es muy Punk tocar canciones bonitas de amor… a no ser que eso sea lo que la gente NO QUIERE ESCUCHAR”. ¡Exacto! ¡Qué grande es Jhonny Rotten! Esa es la clave. Hay que tener en cuenta de donde venía el Punk y que 2009 no es 1977. En 2009 lo grupos de Rock tienen que ser malos, contestatarios, irreverentes, fanfarrones, drogarse y mofarse de la gente para ser populares y aceptados. Paradójicamente eso es lo estándar. Los grupitos de las películas de Walt Disney o los grandes superventas van vestidos de punkis y tocan con guitarras distorsionadas. Escupen y dicen tacos con la precisión milimétrica que marcan sus discográficas e incluso entre la música más seria hay que andarse con mucho ojo si uno no quiere ser tachado de “moñas”. ¿Qué mérito tiene hoy en día ser malo y roquero? Ninguno. Hoy lo que tiene mérito es tocar canciones bonitas de amor. Hay que tener un par de huevos o saber que vas a ser marginado por la masa que todo lo mueve para hacer algo así y en ese hueco (con el que me identifico) es donde encaja el último disco de la semana: “High Five” de los escoceses Primary 5. El grupo en realidad no es tal sino el vehículo que utiliza el señor Paul Quinn, ex batería de los Soup Dragons y ex batería de los Teenage Fanclub en sus mejores discos, para desarrollar sus canciones. Efectivamente se trata fundamentalmente de canciones bonitas con ese sonido tan típico y reconocible de los Teenage Fanclub y sus grupos satélite de Glasgow natal. El disco no está mal pero me pasa lo mismo que con los anteriores, que no pasa de ahí. No puedo decir que tenga una canción mala pero tampoco puede destacar una sobre las demás y eso es una sensación que me frustra. Es de esos discos que nada más ponerlos tengo la sensación de que me van a encantar… pero luego no es así. ¿Qué diría John Lydon de todo esto? Supongo que algo así como: Fuck you!

3 comentarios:

Jose Luis POP dijo...

Hombre!. Bienvenido al Punk!.
Ya sabes que para mí se trata de lo más importante que le ha ocurrido a la música desde el invento del gramófono...
Por cierto si te interesan los verdaderos orígenes del punk debes buscarlos unos años antes en Nueva York. Te recomiendo un fantástico libro al respecto: "Por Favor Mátame (La historia oral del punk)"
de Leggs McNeil y Gillian McCain.

Fuck all!

Anonymous dijo...

Me alegro de que te gustara el libro. Sabía que iba a ser así y que ibas a preciar la loca inteligencia o inteligente locura de Johnny Rotten.

Me alegra también que hayas redescubierto el "Never Mind the Bollocks", que es genial, fundamentalmente por la voz de Johnny, porque es verdad que Steve Jones no sabía tocar la guitarra (decía que no le gustaban los punteos porque eran horribles y además no sabía hacerlos) y no digamos el yonki de Sid Vivious tocar el bajo (era mejor Glenn Matlock, pero como se le ocurrió decir en público que le gustaban los Beatles le echaron por poco punk).

Para mí, fueron los que destrozaron el melón, pero 12 años antes los Sonics, y sobre todo9 años antes los MC5 y los Stooges inventaron esto. Ellos pusieron la parte estética y de pose (con la ayuda de Malcolm Mc Laren), como sólo los grupos ingleses saben hacer. Ahora te recomiendo, como he hecho muchas veces (creo) que redescubras a los Buzzcocks, para mí los mejores de la hornada.

Anonymous dijo...

Me alegro de que te gustara el libro. Sabía que iba a ser así y que ibas a preciar la loca inteligencia o inteligente locura de Johnny Rotten.

Me alegra también que hayas redescubierto el "Never Mind the Bollocks", que es genial, fundamentalmente por la voz de Johnny, porque es verdad que Steve Jones no sabía tocar la guitarra (decía que no le gustaban los punteos porque eran horribles y además no sabía hacerlos) y no digamos el yonki de Sid Vivious tocar el bajo (era mejor Glenn Matlock, pero como se le ocurrió decir en público que le gustaban los Beatles le echaron por poco punk).

Para mí, fueron los que destrozaron el melón, pero 12 años antes los Sonics, y sobre todo9 años antes los MC5 y los Stooges inventaron esto. Ellos pusieron la parte estética y de pose (con la ayuda de Malcolm Mc Laren), como sólo los grupos ingleses saben hacer. Ahora te recomiendo, como he hecho muchas veces (creo) que redescubras a los Buzzcocks, para mí los mejores de la hornada.

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