Empacho

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Es un periodo raro este que estoy pasando. En otros aspectos de la vida es mejor no entrar bajo el abrigo de esta esquina del ciberespacio dedicada fudamentalmente a la música en todas sus vertientes pero en lo que respecta precisamente a este aspecto tengo la sensación de que cada vez me gustan menos cosas o lo que es lo mismo, que cada vez me aburren más las cosas que escucho. Pudiera ser que la cosecha musical de este 2009 que está dando sus últimos coletazos no pasará precisamente a los anales de la historia por ser el recipiente de un puñado inolvidable de discos o pudiera ser que el problema esté únicamente en mi cabeza. No lo sé. El año pasado por estas fechas se me acumulaba el número de discos que tenía unas ganas terribles de escuchar, las propuestas eran muchas y buenas y además tenía la sensación de que me faltaba el tiempo para escuchar música con lo que me perdería grandes cosas pero estas últimas semanas he tenido precisamente la sensación contraria. Lo que escuchaba me parecía más de lo mismo y las recomendaciones que me llegaban no me atraían ni me apetecían absolutamente nada.

Puede que simplemente esté empachado o puede que tenga razón pero así es como lo veo. Incluso las cosas que vienen de la mano de excelentes críticas y que en apariencia tienen un aspecto que es inmejorable han acabado siendo algo que en el mejor de los casos ha pasado delante de mis oídos sin pena ni gloria. No me gusta escribir de cosas que no me gustan (para ello hay ya toda una camada de empalagosos y petulantes plumilleros que dejan su pegajosa prosa en supuestas publicaciones cool gratuitas o de pago) así que evitaré hacerlo aquí pero pondré al menos un ejemplo con lo más potable. The Flaming lips es un grupo que a estas alturas de película no tiene que demostrar absolutamente nada a nadie y menos a mi. Llevan décadas haciendo discos cargados de originalidad e imaginación, pasando por varios estilos siempre en los límites de la vanguardia hasta desarrollar un estilo propio cargado de personalidad y coherencia. Alcanzaron la cima con su genial “The Soft Bolletin” (para mi sin duda su obra maestra) y a partir de ahí cada nueva publicación se espera con ganas y expectación en el mundillo. Y con ganas y expectación se esperaba este “Embryoic” que a mi me ha dejado completamente frío. Un doble CD cargado con todos los esquemas de Flaming Lips, esa psicodelia indie que ancla sus raíces en el underground americano de rancio abolengo pero que en este caso me resulta repetitivo, aséptico y falto de emoción. Seguramente no he sido capaz de cogerle el punto o de entenderlo, sobre todo a tenor de las excelentes críticas que he leído después, pero eso es lo que a mi me parece.

Pero no todo es negativo en la viña semanal y un disco que me ha gustado (y bastante) es la segunda entrega en larga duración de esa rara avis surgida entre la casposa escena británica de los últimos tiempos que se llama The Rumble Strips. Ya su primer trabajo me sorprendió muy gratamente con esa desacomplejada apuesta por un pop-soul absolutamente inglés estupendamente ejecutado y con unos personalísimos vientos que dotaban al disco de una particular personalidad. En su segundo trabajo, “Welcome to the walk alone” se refugian en la misma fórmula pero con unas ligeras dosis mayores de ambición estilística y a través de un buen puñado de canciones de muy buena cosecha que hacen que el disco me guste tanto o más que el anterior. Esa excelente voz permanentemente a punto de quebrar y desafinar se hace hueco por entre una producción sencilla, clásica y elegante aupada en unos arreglos escritos con gusto y dedicación. Lástima que precisamente esta semana suspendieran los conciertos en Madrid ya que hubiese sido una gran oportunidad de rememorar aquel gran concierto que dieron el año pasado en la versión madrileña del FIB.

Y como si Mahoma no va a la montaña lo mejor es traer la montaña a Mahoma decidí obviar los malos momentos y evitar las apuestas recurriendo a una apuesta segura (y antigua) como es el primer disco que publicó el percusionista Candido Camero con su propio nombre allá por el año 1956. El artista de origen cubano se marca un excelente trabajo clásico de Jazz-Swing con espíritu latino que sentaría las bases de su carrera posterior en la que se pueden encontrar más de una terna interesante de Jazz con personalidad y espíritu sudamericano sin perder la esencia norteamericana que tiene el genero. Un relajante baño de buena música de esa que mucha gente utiliza de forma sacrílega como tranquilo fondo de fiesta pero que merece mucho la pena escuchar con atención.

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