La mayoría de la gente que seguimos esto que genéricamente se denomina música independiente hay que reconocer que tenemos un cierto punto snob, unos más que otros para ser justos, que nos lleva a querer buscar aquello que nadie conoce, a querer entender eso que nadie entiende y en cierto modo a ser diferente a los demás. Una pequeña dosis de esta vitamina creo que está bien, te hace ser un tipo activo a la búsqueda de su propia realidad en lugar de quedarse parado a ver lo que te ofrecen y si se hace con criterio puede ser hasta una gran forma de encontrarse a uno mismo pero a la vez es una medicina peligrosa que puede obtener efectos muy perjudiciales. Por ejemplo te puede llevar a la errónea conclusión de que sólo aquello que nadie conoce merece la pena o puedes acabar estando convencido de que todo aquello que es diferente a lo convencional es magistral, lo cual es una solemne gilipollez. Desembarazándote de los fuertes tentáculos de la radio fórmula y las discográficas puedes caer rendido sin darte cuenta en brazos de otros tentáculos mucho menos poderosos pero igualmente pegajosos e interesados como son los que proyectan los críticos que definen la vanguardia de lo independiente o sin darte cuenta puedes incluso convertirte en otro miembro de la masa monocolor con la única diferencia de que el color es simplemente diferente. Aun así lo peor que te puede pasar, y doy fe de que me he encontrado muchos ejemplos de este tipo en los últimos años, es que al final la música pase a ser una excusa para otro tipo de cosas como la moda, el sentirse cool, el aparentar estar en la vanguardia, el disfrazarse de intelectualidad, etc… con lo que de hecho la música en si misma te importe más bien poco. ¿Tiene eso algún sentido?
Metido en este mundo, o a mí al menos me pasa, es tremendamente fácil que pasen a tu alrededor multitud de grupos indies “raritos” de música vanguardista o poco convencional que experimentan con ruido, con distintos sonidos, con estructura y con todo lo que se ponga alrededor. Lo anterior, en sí mismo, personalmente no lo entiendo como algo bueno ni malo. Es simplemente una opción. Me consta que en determinados sitios esa actitud, llamémosle vanguardista (aunque si lo analizas de verdad muchas veces tiene poco de vanguardista y mucho de copia igual que cualquier grupo de revival) es razón sine qua non para que el disco en cuestión reciba una crítica favorable (o simplemente que reciba una crítica) pero es algo que para mí es absurdo y que me vale precisamente para no tener en demasiada consideración la opinión de esos sitios. El problema fundamental de todo esto no obstante es que en el paquete, porque lo dicen cuatro listos, se cuela mucha farfolla envuelta en papel de celofán que parece lo que no es.
Metido en este mundo, o a mí al menos me pasa, es tremendamente fácil que pasen a tu alrededor multitud de grupos indies “raritos” de música vanguardista o poco convencional que experimentan con ruido, con distintos sonidos, con estructura y con todo lo que se ponga alrededor. Lo anterior, en sí mismo, personalmente no lo entiendo como algo bueno ni malo. Es simplemente una opción. Me consta que en determinados sitios esa actitud, llamémosle vanguardista (aunque si lo analizas de verdad muchas veces tiene poco de vanguardista y mucho de copia igual que cualquier grupo de revival) es razón sine qua non para que el disco en cuestión reciba una crítica favorable (o simplemente que reciba una crítica) pero es algo que para mí es absurdo y que me vale precisamente para no tener en demasiada consideración la opinión de esos sitios. El problema fundamental de todo esto no obstante es que en el paquete, porque lo dicen cuatro listos, se cuela mucha farfolla envuelta en papel de celofán que parece lo que no es.
Me he tragado mucho de esto en el pasado pero a estas alturas de la película ya no tengo que parecer nada a nadie y hace tiempo que decidí quedarme con lo que me gusta, venga de donde venga. En cualquier caso yo en esto de la música soy de los que piensa que prefiero hablar solo de lo que me gusta y simplemente dejar de hablar de lo que no me gusta tanto, por la sencilla razón de que al fin y al cabo todo es una cuestión de gustos. Mi realidad particular eso si es que hay muchos de esos grupos “raritos” que me gustan y algunos que me gustan mucho. En estas mismas páginas cibernéticas ya han salido muchos nombres que lo confirman pero esta semana me he concentrado en tres propuestas de este tipo, de este mismo año, que se me habían quedado en el tintero.
La primera de ellas viene de New York y se trata del muy interesante “Why there are mountains” el álbum de debut de Cymbals Eat Guitars, una banda que ya desde el propio nombre de la misma deja meridianamente claro que lo que te vas a encontrar puede ser cualquier cosa menos convencional. Es de esos grupo amante de los registros abstractos, los desarrollos largos, el coqueteo con el ruido, los esquemas anárquicos, los tonos al límite,… Lo paradójico del caso, en relación a lo que decía antes, es que a estas alturas nada de lo anterior es nuevo ni novedoso. De hecho hay miles de grupos que repiten el mismo esquema desde hace muchos años (lo que lleva a cuestionarse el empleo de determinadas palabras para describirlo) pero en este caso la mezcla tiene un encanto especial. Hay ciertos paisajes, ciertas melodías, ciertos ambientes, que resultan tener esa magia que soy incapaz de entender en otras propuestas similares. Parece claro que la banda bebe de las fuentes de los iconos más iconos del indie: Jesus & Mary Chain, Pavement, Pixies, My Bloody Valentine,… pero dotan al collage de personalidad propia y tienen canciones verdaderamente notables aunque destaco por encima de todas esa “Indiana” que se colará en mi tradicional recopilatorio navideño de lo mejor del año. Un grupo a seguir la pista, sin duda, que me da en la nariz que aparecerá en más de una lista de lo mejor del año de esas que están a punto de llegar.
Igual que seguramente aparezca el disco homónimo de Girls la banda de San Francisco que nada en aguas similares a los anteriores pero más cercanas al espíritu del Lo-fi americano al estilo de Guided By Voices y sobre todo al aroma californiano que indefectiblemente aparece por todo el álbum. Melodías Pop envueltas en guitarras sobre saturadas de reverb y producción pretendidamente descuidada. Parafraseando al dueño de una tienda de discos de Estocolmo con el que me topé una vez algo así como escuchar maquetas de un grupo de surf a través de la pared. Influencias de Roy Orbison o Walker Brothers o cualquier otra que pudiera describir en una entrevista la cantante de Camera Obscura pero pasado todo ello por el genuino tamiz Lo-fi del underground americano. Una propuesta parecida a la que hace poco comenté de Wavvves pero mucho más interesante desde mi punto de vista fundamentalmente por la calidad de las canciones y el talento con el que estas están tratadas. Bonito e interesante debut.
Este, Oeste,… de Detroit (Michigan, al norte) viene la última banda que tiene el original nombre de Zoos of Berín y que acaba de publicar “Taxis” lo que creo que también es su álbum de debut. Menos conocidos todavía que los anteriores y presentando una propuesta rotundamente diferente me ha parecido también un disco interesante (aunque me ha gustado bastante menos que los otros para ser sincero). Aquí entran más influencias en juego como el punk, la electrónica, el sonido tipo Brian Eno, un cierto tipo de jazz,… todo ello mezclado en una suerte de pop de atmósferas machaconas y elegantes al mismo tiempo. Música original pero también difícil de paladear reserbada exclusivamente para esos momentos en los que el cerebro tiene ganas de prestar mucha atención.
La primera de ellas viene de New York y se trata del muy interesante “Why there are mountains” el álbum de debut de Cymbals Eat Guitars, una banda que ya desde el propio nombre de la misma deja meridianamente claro que lo que te vas a encontrar puede ser cualquier cosa menos convencional. Es de esos grupo amante de los registros abstractos, los desarrollos largos, el coqueteo con el ruido, los esquemas anárquicos, los tonos al límite,… Lo paradójico del caso, en relación a lo que decía antes, es que a estas alturas nada de lo anterior es nuevo ni novedoso. De hecho hay miles de grupos que repiten el mismo esquema desde hace muchos años (lo que lleva a cuestionarse el empleo de determinadas palabras para describirlo) pero en este caso la mezcla tiene un encanto especial. Hay ciertos paisajes, ciertas melodías, ciertos ambientes, que resultan tener esa magia que soy incapaz de entender en otras propuestas similares. Parece claro que la banda bebe de las fuentes de los iconos más iconos del indie: Jesus & Mary Chain, Pavement, Pixies, My Bloody Valentine,… pero dotan al collage de personalidad propia y tienen canciones verdaderamente notables aunque destaco por encima de todas esa “Indiana” que se colará en mi tradicional recopilatorio navideño de lo mejor del año. Un grupo a seguir la pista, sin duda, que me da en la nariz que aparecerá en más de una lista de lo mejor del año de esas que están a punto de llegar.
Igual que seguramente aparezca el disco homónimo de Girls la banda de San Francisco que nada en aguas similares a los anteriores pero más cercanas al espíritu del Lo-fi americano al estilo de Guided By Voices y sobre todo al aroma californiano que indefectiblemente aparece por todo el álbum. Melodías Pop envueltas en guitarras sobre saturadas de reverb y producción pretendidamente descuidada. Parafraseando al dueño de una tienda de discos de Estocolmo con el que me topé una vez algo así como escuchar maquetas de un grupo de surf a través de la pared. Influencias de Roy Orbison o Walker Brothers o cualquier otra que pudiera describir en una entrevista la cantante de Camera Obscura pero pasado todo ello por el genuino tamiz Lo-fi del underground americano. Una propuesta parecida a la que hace poco comenté de Wavvves pero mucho más interesante desde mi punto de vista fundamentalmente por la calidad de las canciones y el talento con el que estas están tratadas. Bonito e interesante debut.
Este, Oeste,… de Detroit (Michigan, al norte) viene la última banda que tiene el original nombre de Zoos of Berín y que acaba de publicar “Taxis” lo que creo que también es su álbum de debut. Menos conocidos todavía que los anteriores y presentando una propuesta rotundamente diferente me ha parecido también un disco interesante (aunque me ha gustado bastante menos que los otros para ser sincero). Aquí entran más influencias en juego como el punk, la electrónica, el sonido tipo Brian Eno, un cierto tipo de jazz,… todo ello mezclado en una suerte de pop de atmósferas machaconas y elegantes al mismo tiempo. Música original pero también difícil de paladear reserbada exclusivamente para esos momentos en los que el cerebro tiene ganas de prestar mucha atención.
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