Nostalgia

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Esta semana me he estado leyendo con sumo placer “Cosas que los nietos deberían saber”, el muy recomendable libro autobiográfico que ha escrito Mark Everett, líder de Eels y que es un interesante y genial recorrido por una vida mucho más que singular desde un punto de vista también muy singular. El libro ha cumplido las expectativas (me lo había recomendado con fervor un amigo músico) pero sobre todo me ha hecho recordar (y no me pregunten por qué ya que no tiene realmente mucho que ver) esos años en los que nacieron los Happy Losers cuando no teníamos discos ni giras ni grabaciones y cuando personalmente mis referencias musicales eran tan autodidactas como eclécticas. Para mí fue una época especial y muy feliz en la que descubrí que el mundo de posibilidades que yo intuía detrás del “Radio Top 40” era en realidad prácticamente infinito e inabordable. Descubrí poco a poco no solo lo que era el movimiento independiente (y sobre todo lo que suponía) sino también todos esos troncos plantados décadas atrás que se ramificaban hasta entrelazarse en un bosque tupido y mágico que aparecía ante mí como un inexplorado paraíso. Era como entrar en la factoría de Willy Wonka siendo un fanático del chocolate.

Durante aquellos años de virginidad musical donde mi despoblada discografía pedía a gritos ser cubierta por discos y más discos, la cantidad de nombres que pasaban por delante era inmensa e inabarcable. Por entonces la amplitud de miras era mucho más reducida que ahora, los prejuicios numerosos, las intolerancias constantes y el desconocimiento más que significativo así que muchas de las referencias que en un momento podían estar a mi alcance pasaban muchas veces de largo generalmente para siempre y lo hacía con con el cruel sello de las cosas que no me interesaban. Ni que decir tiene que el número de injusticias que cometí, y que poco a poco he intentado recomponer (de aquellas de las que he sido consciente), es elevado y una de ellas es el caso que nos ocupa. Para mí durante muchos años Eels no fue más que uno de esos grupos raros que venían desde los estados unidos a mediados de los 90 que no me interesaban. Uno, que por entonces estaba obsesionado con la melodía pura y dura y el culto sesentero, metía en el mismo saco referencias que no tenían nada que ver y sin haber escuchado una sola nota Eels el nombre se quedó en el cajón de los grupos que no me interesaban. Sin más. Aunque todavía no he hecho justicia del todo debo reconocer que estoy en vías de hacerlo y ando a mitad de camino en el conocimiento del trabajo de la banda del señor Everett. En concreto esta semana me he “recopado” (como dicen mis amigos argentinos) con el segundo trabajo del grupo, esa obra maestra llamada “Electro-Shock Blues” que no he podido dejar de escuchar por mucho que lo intentase. Una especie de esqueleto de Alt-Country o Americana despojado por completo de músculo y referencias comunes, todo ello envuelto en un halo de Lo-fi y producción experimental que esconden historias dolorosas en su peculiaridad pero emotivas y creíbles en su belleza. No muy alejado de los conceptos que Wilco manejaría poco después (ojo), el disco se mueve entre la oscuridad, la compleja sencillez de la producción, la temática mortuoria, el sonido experimental y esa extraña belleza que aparece al poner elementos ajenos tan juntos. Discazo.

Así que entre medias de tanta fascinación he repescado también de mi discografía uno de mis discos favoritos de siempre que además abrió las puertas a poder entender la música de Eels algún día. Estoy hablando de “Doolittle” de los míticos The Pixies. A mucha gente le podrá parecer extraño pero los bostonianos fueron unos de mis grupos favoritos a principios de los años 90 y que su discografía sea una de las discografías que más he escuchado. Curiosamente además esta pasión la comparto con el resto de Happy Losers y aunque la influencia del sonido de los Pixies no aparezca muy patente en nuestra música puedo prometer y prometo que en nuestros primeros conciertos siempre caía una versión de los chicos de Black Francis y que normalmente era precisamente “Debaser”, la canción que abre "Doolittle". En esos años en los que se estaban gestando movimientos en torno al Noise o el Grunge con mucho ruido y gritos los Pixies decidieron utilizar todo eso para hacer canciones eminentemente pop de dos minutos. Sé que mucha gente no está de acuerdo con ello pero para mí Los Pixies son un grupo fundamentalmente de pop que utilizaban su conocimiento de la vanguardia musical, su talento, su fuerza y esa maravillosa química que tenían juntos sobre un escenario y un estudio para construir una música novedosa, vital, inteligente, divertida y adictiva. Consiguieron que alguien como yo, por entonces muy receloso de la distorsión exagerada y las salidas de los cánones del pop, se sacase a la guitarra todas aquellas vigorosas canciones de letras incomprensibles y energía desbocada. No creo que a estas alturas descubra nada nuevo a nadie pero si es el caso creo que “Doolittle” es uno de los discos más influyentes de la década de los 90.

Pensando sobre aquella época y el nacimiento de los Happy Losers he recordado también la única vez que hubo un grupo actuando con ese nombre en un escenario y yo no estaba allí. Ocurrió en un concierto homenaje que se dio a mi querido Juan de Pablos y sus 20 años de Flor de Pasión en la sala Siroco y que encima sirvió para publicar un doble CD conmemorando la efeméride. Por razones puramente laborales yo tuve que pasar unos meses en la fría Utrecht holandesa, meses que fueron desgraciadamente los elegidos para organizar el concierto. Por mucha rabia que me de así son las cosas. Aquel día yo no estaba en Madrid y los Happy Losers fueron tres así que no tengo nada que ver con lo que se tocó y se grabó aquella noche. Nunca he sabido realmente cual fue el repertorio completo que hicieron pero lo que sí que sé es que tocaron una canción que yo ni siquiera conocía entonces llamada “Summer Fun”, que me gustó mucho y que supuso mi iniciación al mundo de los Barracudas. Esta semana he recuperado aquel disco, el original del grupo “Drop Out With The Barracudas”, donde aparece ese temazo. Los Barracudas son un mítico grupo de la nueva ola que cualquier habitante de la República de Malasaña estará cansado de escuchar y deglutir. Esa desenfada y particular mezcla de surf y sonido New-Wave hizo “famoso” el nombre del combo anglo-americano (aunque afincados en Londres, creo) por toda la escena nuevaolera mundial. Siempre resulta refrescante escuchar canciones como “I Can’t Pretend” o “Summer Fun”, incluso a cero grados como hoy.

4 comentarios:

LAPOR dijo...

Me gusta tu estilo, Lukha Boo. y me parece muy bonito este post -pequeño relato, cálido y sincero-. y lo que dices y debió significar los Happy Losers.
Creo has sabido transmitirlo y romper esa "línea de silencio" q suele haber tras las dispersiones. Las bandas a veces son tan reservadas q sólo alimenta el pensar q hubo roces q no hubo; otras no, otras han hecho apología de su separación, tubia y truculenta.
Conociendo más a otro de los componentes, es bonito que hables de ese pequeño o gran vacío, de lo q debe ser dejar de componer y de tocar para una banda pero q se mantengan esas complicidades y paralelismos, los gustos e intereses compartidos. No sé.. como llevar trabajando toda la vida en una empresa y luego hacerse autónomo, freelance???? Los Pixies, un clásico, qué buen gusto todos pues; EELs tomo nota y me aplico el cuento de no caer en clichés, espero que el reggaeton no cuente. chao&saludos

astrobuzo dijo...

A mí también me ha encantado el libro. Y me pasó algo parecido con Eels en los 90. Los ignoré.

Me he pillado el que recomienda Rodrigo Fresán en el prólogo, "Blinking lights and other revelations", y es una maravilla.

lukah boo dijo...

Muchas gracias Lapor. Agradezco muchos comentarios como el tuyo. Haciendo este tipo de cosas de escribir blogs, aunque sea de forma prácticamente anónima y personal, te expones a las inclemencias del exterior y por muy duro que uno se quiera creer (que además no es el caso) todo afecta. Las cosas buenas y las cosas malas. Gracias otra vez.

Astrobuzo, tengo apuntado el libro pero todavía no he tenido tiempo de ir a por él. Después de lo que dices ahora ya es inevitable que lo pille.

Un abrazo,

Adrian Lite dijo...

Long live the London pale surf! Surfers are back and here to stay, surfers are back won't go away... "Summer fun" es como meterse en el túnel del tiempo y aparecer con los amigos más golfos nada menos que en su primera borrachera o camino del viaje de fin de curso del cole a... donde fuera (qué más da si nadie se acuerda de nada).

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