Corría el año 1995 cuando servidor estaba haciendo uno de sus sueños realidad: viajar por el mundo. Por primera vez en mi vida tenía la posibilidad de conocer otros países, embarcándome en un fabuloso viaje de interrail que me llevó a descubrir la por entonces lejana Europa del este que para mi no era más que otra parte de lo que mi abuela siempre había denominado inocentemente “el extranjero”. Aunque eso de conocer mundo sigue siendo una de mis más intensas debilidades, lo cierto es que aquella fiebre inicial la tengo bastante saciada después de pasar por cuatro continentes y más de 30 países. Aun así, a pesar de las muchas cosas que vinieron después y de las que espero que vengan todavía, aquel primer viaje siempre estará clavado en mi memoria.
Dentro de mi mochila, junto con la ropa más barata que tenía en mi armario, llevaba la edición veraniega del Ruta 66 de aquel año que paseé por media Europa y que lógicamente me dio tiempo a devorar. Uno de los discos que venían criticados en aquella revista, que fue además el primer disco que me compré a la vuelta una vez recuperado del revés económico que supuso el viaje a mi maltrecha economía de estudiante, fue el magnífico “I Should Coco” de Supergrass. Recuerdo que antes de leer la crítica ya había escuchado hablar de aquel grupo de pipiolos de Oxford como una de las sorpresas de la temporada y como la enésima salvación de la música pop de las islas (como no podía ser de otra forma por otra parte viniendo de la prensa inglesa). La crítica del Ruta 66, que era muy buena, refrendaba todo lo anterior y lo adornaba con varias referencias musicales a un montón de cosas que me gustan. El disco lo merecía desde luego. Para mi sigue siendo el mejor trabajo de la banda a día de hoy.
Supergrass fue algo que poco después se diluyó de las cabeceras de las revistas cool de las islas británicas tan rápido como llegó a ellas. Estaban presentes pero como a tantos otros no se les veía. Jamás fueron los salvadores de nada pero a diferencia de otros tantos “salvadores de la música británica” crecieron como músicos y a día de hoy siguen vivos y con una más que digna discografía a sus espaldas. A pesar de parecer muchas veces un grupo cansado o en vías de extinción (y de pensar hace unos años que efectivamente se habían extinguido tras los típicos problemas por los que toda banda de música pasa) lo cierto es que no dejan de sacar discos regularmente. Especial cariño tengo a su anterior trabajo “Road to Rouen” y no sólo porque fuese su retorno a la vida o porque me parezca bastante bueno, que me lo parece, sino porque me lo compré en una tienda de Al-Khobar, la ciudad de Arabia Saudita más cercana a Bahrain. No creo que existan muchas tiendas de música en un país cuya interpretación de la religión dictamina que la música es algo impuro que atenta contra la fe.
Este año Supergrass ha sacado nuevo disco, “Diamond Hoo Ha” pero después de reiteradas escuchas debo admitir que no está entre mis favoritos de entre su discografía. Me da la sensación de que han querido hacer un disco de estilo, basándose en los sonidos roqueros de los años 70, cosa que consiguen en varios de los cortes pero a lo que yo no le veo la gracia. No consigo encontrar entre las guitarras poderosas y la actitud roquera esa componente pop que para mi les hacía diferente de otras propuestas similares ni sobre todo las canciones de antaño. Tienen cortes que me gustan bastante como “Ghost of a friend” o “the return of...” pero en general el poso que me queda tras las escuchas es el de “si, pero…”. Espero que no sea su último disco y que nos sigan deleitando en futuras ocasiones.
Y hablando de viajes por Europa viene a cuento una de las mejores sorpresas de entre las que han aterrizado últimamente dentro de mi ipod. Bajo el sugerente nombre de Lonely Drifter Karen y por lo que parece alejado del mundanal ruido, se esconde un muy interesante proyecto musical con referencias reconocibles a varios espacios europeos y no sólo por la nacionalidad de los miembros de la banda (Austria, España e Italia). El grupo está liderado por una austriaca llamada Tanja Frinta afincada entre Suecia y Barcelona y su pareja (creo que artística y sentimental), un pianista barcelonés llamado Marc Melià. Me alegra hablar bien de un disco que no tiene “nada que ver” con los EEUU ni las islas británicas.
Su primer disco es una preciosa y elegante colección de canciones que se mueven entre el Piano bar de cualquier parte, el Folk de tintes centro europeos, el jazz de barrio bohemio, el Cabaret de tradición germana, la chanson francesa y la canción de vodevil parisina. A pesar de lo que pueda parecer no resulta sin embargo pretencioso (o al menos a mi no me lo parece) y el resultado es un buen puñado de canciones agradables e interesantes que parecen la banda sonora de alguna inexistente película de culto proyectada en los cines Renoir o incluso de alguna serie de televisión para niños, de esas en las que no toman a los niños como si fuesen gilipollas. Está muy bien cantado, muy bien interpretado además de arreglado y producido con inteligencia y gusto. Recomiendo varias escuchas reiteradas pues el resultado gana con el tiempo. Un disco para escuchar tumbado en el sillón mirando al techo pensando en cuando uno era un joven con sueños de colores brillantes.
Otra agradable sorpresa que me ha entretenido esta semana viene desde la lejana Seattle bajo el nombre de The Grand Archives y con su álbum homónimo de debut. Tras esa enigmática etiqueta se esconde el proyecto más o menos personal de Matt Brooke, un tipo de largo recorrido en la escena musical americana, implicado previamente en otros proyectos como por ejemplo Band of horses. En este caso la propuesta se traduce en un puñado de canciones vestidas en ambientes acústicos calmados con tintes de costa oeste y bastante soft-pop. Una especie de alt-Country melódico y con un evidente toque pop (indie, porque no decirlo). Medios tiempos de espíritu californiano, baladas tristes y espesas, vientos casi imperceptibles, sonidos de armónica sonando en el justo momento, pianos minimalistas, intensos coros femeninos… una especie de Mojave 3 en sus momentos inspirados pero nada británicos. Una buena muestra es el precioso primer single “Miniature Birds”. Una agradable e inesperada sorpresa ideal para deprimir el espíritu por momentos, aprovechando que estamos en primavera, pero para recuperarlo al final con la alegre “The crime window”.
Sonando ahora mismo en mi ipod:
Last poems – Cardinal
(Cardinal – Flydaddy/1994)
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