Efecto inesperado

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Existen ocasiones en la vida en las que todo parece conjurarse para que algo ocurra de una determinada manera, incluso hasta el punto de tenerlo ya asumido de antemano y prepararte para ello, pero luego acaba resultando diferente o directamente todo lo contrario. Los seres humanos nos estamos transformando poco a poco en maquinas tan vulgares y predecibles que ante situaciones así nos quedamos bloqueados o paralizados y si actuamos, en general lo hacemos de forma torpe y previsible. Creo que sin darnos cuenta vamos perdiendo esa naturalidad y capacidad de improvisación que tenemos cuando somos pequeños y reaccionamos con lógica cartesiana ante cualquier imprevisto. No sé cual es la razón de que ocurra algo así pero no me gusta.

Esta semana me ha ocurrido también a mi, oh vulgar maquina programada que presume de no serlo. Por razones que no vienen al caso esperaba encontrarme el completo caos y la más terrible destrucción en mi entorno de hombre gris al tener que volver a ser un ciudadano de bien que cotiza a la seguridad social, pero resulta que no me he topado con nada de eso. Bien al contrario he disfrutado de un periodo de relativa calma en el que he sido tan bobo de ser incapaz de disfrutar la coyuntura esperando que la situación se diese la vuelta en cualquier momento. Y no sólo eso, la práctica mayoría de discos nuevos (para mi) que he escuchado esta semana han resultado ser algo distinto de lo que esperaba y también me he quedado sin saber como reaccionar.

Por ejemplo “Fate” el último disco de Dr. Dog. Los americanos son uno de esos grupos oscuros de la escena alternativa americana que viven en un circuito realmente separado de las corrientes musicales comerciales y que apuestan por la autoproducción y una cierta filosofía lo-fi, tanto en lo espiritual como en lo musical. Hace años escuché algunas canciones de ellos y me parecieron algo a situar entre el triángulo imaginario formado por Guided by Voices, Pavement y Apples in Stereo. Interesante, pero en ese momento las circunstancias no me hicieron ahondar en su propuesta. No había vuelto a saber nada de ellos en mucho tiempo pero casualmente me apetecía ahora escuchar algo de este palo así que he aprovechado las buenas críticas que había leído de “Fate” pare hacerme con el disco. Corroboro las buenas críticas pero no es lo que esperaba ni tiene demasiado que ver con la etiqueta que les había puesto. Casi lo agradezco pero en el disco es difícil encontrar las trazas de la experimentalidad o las rarezas que se podrían esperar y sin embargo está muy presente un magnífico gusto por la armonía vocal, los arreglos y el buen pop con tintes americanos. Un buen disco que tiene que ver más incluso con Wilco o los Arcade Fire más pop que con los gurús del rock alternativo estadounidense.


Tampoco me esperaba lo me encontré con otro disco que he estado escuchando está semana. Hace muchos años, cuando era un despierto adolescente con sueños y proyectos, no sé muy bien la razón pero me obsesioné con Suecia. De repente me parecía el sitio perfecto para todo y mientras el fondo de pantalla de mi ordenador era ocupado por una preciosa foto de las casitas de las afueras de Uppsala mi discografía se llenaba sin freno alguno de grupos de pop suecos, la mayoría muy buenos, y casi todos con un denominador común en lo estilístico muy difícil de describir pero muy fácil de reconocer (independientemente del estilo que practicaran). Aquella fiebre me duró un tiempo considerable y fue probablemente el detonante de que al final acabase con mis huesos es aquellas frías tierras en un viaje precioso del que tengo un gran recuerdo. La fiebre se pasó y mi adquisición de grupos con denominación de origen en tierras escandinavas también.

Por eso cuando alguien, de esos que te ofrecen escuchar grupos oscurísimos que no conoce nadie, me habló de un grupo sueco llamado Marching Band cuyo último disco “Spark Lake” le había gustado mucho me ilusioné con la idea de recuperar aquel sonido naive, pop y despojado de prejuicios que tan importante fue para mi en un momento dado. Me apetecía volver a degustar ese trozo de pastel pero lo que me he encontrado ha sido otra cosa. No muy distinta, pero otra cosa. Es un indie-Pop pulcro y bien elaborado, con canciones cantadas en su mayoría a dos voces (algo siempre a favor de cualquier grupo), muy bien arreglado (en ocasiones incluso con bastante originalidad) y que probablemente sólo adolezca de canciones algo más redondas para que el conjunto del disco fuese espectacular. No obstante es un bonito disco, algo monocorde en algunas fases, pero creo que bastante disfrutable. Me recuerda más a algo que podría estar en el entorno de unos Trash Can Sinatras más indies que a cualquiera de sus paisanos de los que ya tengo un disco en mi estantería pero desde luego no me suena a sueco.

Y también ha sido imprevisto, aunque en este caso con algo de decepción implícita, el único disco que me quedaba por tener de uno de mis grupos favoritos: The Divine Comedy. Este presunto grupo, que en realidad es el disfraz bajo el que se esconde el talento de Neil Hannon, es algo que a estas alturas de película, al menos para mí, no tiene que demostrar nada. Su discografía está plagada de canciones redondas y discos emocionantes que me encantan y que incluso he tenido la suerte de disfrutar en directo varias veces. Dicho esto, debo decir también que su obra más cuestionada, “regeneration”, ha supuesto una especie de decepción para mi. Por razones que no me acuerdo no me hice con este disco en su momento y sé quedó ahí, como una laguna que recuperar en algún momento, momento que no llegaba nunca. Llegó hace unas semanas cuando lo vi de oferta en Cd drome pero por el camino había escuchado comentarios a favor y bastantes en contra. Muchos de estos comentarios en contra se basaban en el hecho de que fuese un disco experimental alejado de la tradición orch-pop típica del norirlandés y más cercano a los por entonces omnipresentes Radiohead. Reconozco que aquello más que suponer algo negativo es algo que por el contrario me atraía.

Pero ha resultado que no es ni lo uno ni lo otro. La experimentación existe pero es más sutil o forzada de lo que debería ser para constituir verdaderamente un cambio radical y al final el resultado aparece a mis oídos bastante áspero, monocorde y falto de la chispa y el estilo de sus otros trabajos. No hay nada malo o disonante, es bonito y tiene momentos francamente buenos pero el disco se me hace largo y espeso. Hay canciones majestuosas como ese “bad ambassador” o la preciosa “perfect Lovesong” pero el conjunto me resulta sin alma. Me duele decir esto pero así es como lo veo hoy.

Sonando ahora mismo en mi ipod:

Pop song 89 – REM
("Green" – Warner/1988)

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