Sin ipod

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Esta semana he sufrido una gran pérdida bastante significativa además para este humilde blog. Esta semana mi ipod ha muerto. Estaba conectado al ordenador sincronizándose con el itunes cuando el maldito PC se quedó en estado catatónico. Apagué diligentemente la máquina y a continuación se apagó el ipod para no volverse a encenderse nunca más. Lo he intentando por activa y por pasiva, he mirado en la página oficial, en los foros frikis, en el mundo pirata,… nada. No hay tu tía. Lo llevé al centro oficial de reparaciones pero me dieron presupuestos que superan el coste de un cacharro nuevo así que no merece la pena recuperar a mi querido escudero. He tardado tiempo en asimilarlo pero al final me he hecho a la idea: el ipod ha muerto.
Lo que más me fastidia de esta historia es que el joven y apuesto muchacho que me recibió en la tienda oficial me dijo que “me había durado bastante”. Mi ipod es un modelo antiguo de los que no tienen video pero está conservado de maravilla y no tiene más de cuatro años. Vale que yo hago un uso exhaustivo del aparatito y que prácticamente lo utilice a diario pero si cuatro años es un vida exagerada para un dispositivo que está por encima de los 200€ me temo que el mundo en el que vivimos está loco, lo que es algo que ya empezaba a sospecharpor otra parte.

El caso es que mis hábitos musicales de la semana se han visto trastocados y ni he estado cómodo ni he estado receptivo respecto a la música que caiga sobre mis orejas y eso probablemente sea la causa de que casi nada de lo que escuchaba me entraba. De las pocas cosas que he podido escuchar bastante ha sido “Carried to dust” el último disco de Calexico que me había comprado hace tiempo y tenía un poco olvidado. Calexico es un grupo atípico e interesantísimo que partiendo del Folk y el Country americano (ellos son de Arizona) se embarcan en un sorprendente viaje por la frontera sureña hacía los sonidos y temática del “otro lado”. Sin abandonar el espíritu alt-Country de muchos otros grupos contemporáneos ello dan una vuelta de tuerca y van más allá en eso de la exploración de las raíces. Reconozco que no soy un erudito en su discografía puesto que de hecho no la tengo completa ni de lejos. Apenas tengo un par de discos y algún otro grabado pero todo lo que he escuchado de ellos me ha parecido, como mínimo, interesante y bien hecho.

Este “Carried to dust” dicen los que mejor conocen la trayectoria del grupo que vuelve a los parámetros de los discos que hicieron a Calexico formarse un nombre en esto de la música alternativa. No puedo decir si es cierto o no porque lo desconozco pero el disco está muy bien. Denso pero sin empalagar, con mayoría de medios tiempos y arreglos acústicos pero sin olvidar el espíritu fronterizo y los vientos y esquemas del folclore mexicano. Un disco, eso sí, para escuchar muchas veces y en condiciones favorables para ser receptivo porque de otra forma aparecerá pesado y aburrido (cosa que sinceramente creo que no es). Quizás le falta algo de superficie pero tiene fondo más que suficiente.

Y otro viaje por la frontera, aunque de un tipo bastante diferente, es el que emprenden unos chicos llamados Port O’brien y su último disco “all we could do was sing”. Me los vendió un amigo como que tonteaban con el Folk de la forma en que lo hacían los mejores Waterboys en su día pero sinceramente yo no veo la similitud por ningún lado. Para mi están mucho más cerca de los grupos de rock-alternativo americano, a la estela por ejemplo de Pavement, o más cercanos incluso a lo que hoy por hoy se entiende como los nuevos gurús del indie mundial, Arcade Fire, usando sus recursos con cierto aire Folk y empastando voces histriónicas aunque con predilección por lo acústico y lo básico que deja entrever una cierta querencia por la filosofía lo-fi de la que son deudores. De hecho una de las cosas a favor del grupo, al menos para mí, es el aroma amateur y desenfadado que se respira en el disco. No en vano cuenta la propia leyenda de la banda que sus miembros son tipos normales con oficios normales cuya una característica común es la de veranear en el recóndito paraje de Port O’brien en Alaska (y supongo que una cierta afición por estilos musicales compatibles) que fue lo que motivó el nombre de la banda y la banda en si. El disco sin parecerme nada del otro mundo soporta una escucha placentera aunque creo que las buenas perspectivas iniciales se desvanecen considerablemente en la segunda parte del álbum.

Y poco más. El resto del tiempo lo he dedicado a escuchar viejos discos de Swing y mucho Latin-Jazz que últimamente lo tenía muy olvidado. En concreto un disco que me grabó un tipo al que no le pega nada y que me gusta bastante. Se trata de Chico Mendoza & the Latin Jazz Dream Band y el disco del mismo nombre. Un trabajo de canciones largas, fundamentalmente instrumentales, de alegre jazz latino. Muy recomendable si estas en un momento en el que es fácil que tu estado anímico caiga en barrena.

Sonando ahora mismo en mi ipod:



Beautiful - Athlete

("Vehicles & Animals" - EMI/2003)

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