Si, lo sé, la semana pasado no colgué ningún post. Sé que ni gano dinero con esto ni nadie me obliga a hacerlo pero lo cierto es que una terrible desazón corría por mis entrañas el viernes por la tarde camino de Albacete cuando pensaba en ello y era consciente que no podría hacerlo tampoco durante esta semana. El problema no queda ahí, tras esas primeras horas de angustia llegaron los siguientes momentos de reflexión, situación propicia como todos sabemos para que cualquier tipo de fantasma entre en tu radio de acción y claro, entraron. Entraron los fantasmas del honor ancestral que me gritaban con frases elegantes sobre lo poco elegante que es no cumplir con aquello que te has comprometido a hacer pero era más dañino todavía el fantasma del pragmatismo moderno que me gritaba una y otra vez la misma frase: “estás haciendo el gilipollas”. “Estás gastando tiempo que no tienes para mantener un blog que nadie conoce”, me decía. “Vas a hipotecar un precioso tiempo de ocio en pensar y ejecutar algo tan estúpido como hablar desde un punto de vista espeso y personal sobre la música que escuchas”, me gritaba con cara de pocos amigos. “¿No ves que nadie te hace caso?”, decía. “Estás haciendo el gilipollas”.
Lo cierto es que no sé si tenía o tiene razón mi amigo el fantasma pragmático pero aquí estoy pensándolo mientras sigo haciendo aquello con lo que me había comprometido conmigo mismo y que no sé por cuánto tiempo querré seguir haciéndolo. Cada vez veo menos el sentido, tengo menos tiempo y si de verdad quiero grabar un disco me temo que voy a tener todavía menos lo cual, unido a esa sensación que me ha recordado el fantasma de estar clamando en el desierto, me hace ver el futuro de este humilde rincón como algo incierto. No sé…
Pero bueno, la verdad es que en estas dos semanas he escuchado poca música por múltiples y variadas circunstancias. Podría decir que ha sido debido a un curioso viaje que tuve que hacer la semana pasada por tierras rumanas, y más concretamente transilvanas, o podría decir que tengo un músico viviendo en mi casa con todo lo que eso implica pero no sería verdad. La verdad es otra. La verdad es que el fin de semana pasado daba dos conciertos acústicos y la semana que viene tengo que dar otro (jueves 20 de Noviembre, CC Arganzuela, Calle Canarias 17, 20:00 hrs)y eso es algo que me pone muy nervioso. Me he subido a un escenario cientos de veces pero siempre lo he hecho con la “camiseta” de los happy losers o colaborando con otros artistas que se llevaban las miradas y los gestos. Subirse uno sólo a un escenario para desnudarse emocionalmente y arroparse exclusivamente con una guitarra Martin & Co. para zurdos es muy distinto. Fascinante pero aterrador. Gratificante pero imponente. Por eso era incapaz de concentrarme en escuchar nada y lo poco o mucho que escuchaba siempre o pasaba de largo o cumplía el requisito técnico de tener que ver con ese momento en el que me subiría al escenario.
Mis canciones, tanto como Lukah boo como las de los Happy Losers, se olvidan y aprenden igual que las otras pero como de alguna manera son tuyas, basta con recordar los acordes y leer la letra para que la interpretación sea verídica. Buena o mala (ahí no entro) pero verídica. Otra cosa es cuando tienes que tocar canciones de otros… Los conciertos de la semana pasada en Albacete y Murcia eran compartidos con mi amigo Seba Rubin, artista argentino que lideraba la banda de Pop afincada en Buenos Aires conocida como Grand Prix. La discografía de esta banda revolotea en torno a sus dos magníficos discos “Hogar” y “Lejos”, este último publicado en España también por Rock Indiana. En la gira de presentación de este último disco por estas benditas tierras de la piel de toro nacional, gira que también completaba The Sunday Drivers y Santi Campos, fue cuando conocí a Seba y el resto de Grand Prix. Tras la truculenta ruptura del grupo hace unos años el amigo Rubin se embarcó en una interesante carrera en solitario firmada con ese peculiar apellido de origen desconocido y que hasta la fecha está compuesto por un fantástico EP (“Viva la vida”), un humilde pero genial disco genial de versiones (“Componé ladrón”) y su álbum de debut “Esperando el fin del mundo”. Hablar para mí de la música de Rubin o de Grand Prix es muy difícil y lo que pueda decir tiene un valor limitado puesto que los lazos afectivos son estrechos y eso lo condiciona todo. Aun así, haciendo un ejercicio de abstracción, creo sinceramente que “Esperando el fin del mundo” es un disco magnífico que todo amante del Pop, Power-Pop, Indie-Pop o como se le quiera llamar, debería tener en su casa. Encontrará allí referencias a Elvis Costello en “The opposite of me”, letras irónicas en “Odio el amor”, Aparente pero engañoso romanticismo naive en “Yo me quiero enamorar” o versiones imposibles y sorprendentes como “Victoria Gray”. En esos conciertos que hacíamos compartiendo escenario habíamos decidido cantar a dúo algunas de estas canciones y de ahí que las estuviese escuchando una y otra vez en mi ipod durante toda la semana.
Otro problema son las versiones. Es divertido tocar canciones que te gustan de otros artistas pero también corres el riesgo de este hecho anecdótico pase a ser lo importante de tu grupo o de tu actuación puesto que es mucho más fácil que alguien te recuerde si tocas “Yesterday” que si tocas algo que has escrito tu mismo. Enseguida me di cuenta hace años que cuando después de un concierto mucha gente decía que sobre todo le había gustado esa versión de Teenage Fanclub era porque era esa la única canción que habían reconocido. Es complicado decidir tocar versiones o no por este motivo y por eso yo nunca he sido muy aficionado a hacerlas y mucho menos a llenar los repertorios de canciones ajenas. En esta ocasión elegí un par de canciones que si bien eran versiones lo cierto es que muy poca gente las conoce.
La primera fue “Sometimes”, incluida en “Enjoy the melodic Sunshine” el para mí mejor disco de todos los que han sido publicados bajo el epígrafe de Cosmic Rough Ryders. La banda en un principio no era tal sino la etiqueta en la que se escondía el escocés Daniel Wylie para publicar sus composiciones. Con él mismo liderando el proyecto y el técnico de sonido con el que grababa haciendo las labores también de guitarrista, el señor Wylie grabó y público un par de discos prácticamente imposible de conseguir hoy que causaron bastante revuelo en el underground del indie británico. Tanto que Alan Mc Gee, mítico líder de Creation, decidió ficharlos para su nuevo sello de entonces Poptones. El amigo Wylie poco más o menos tuvo que improvisar una banda de circunstancias (que no exisitía) para que los gurús de Poptones pudiesen verlos en directo. El experimento debió salir bien porque afortunadamente se publico en esa etiqueta este “Enjoy the melodic Sunshine”. El disco es una deliciosa (para algunos empalagosa) colección de pop indie con raíz en el pop californiano de finales de los 60 y lo que muchos llaman Sunshine-Pop. Fue una especie de hit en su momento pero fundamentalmente en le marcado británico. En España pasó con más pena que gloria.
Por esas cosas que ocurren en la música el resto de miembros de la banda, recogidos a lazo para dar forma al proyecto, debieron de perder un poco la cabeza con el dinero o la fama y decidieron ganar más peso en la etiqueta Cosmic Rough Ryders de la que les correspondía, exigiendo cosas imposibles hasta el punto de llegar a una situación insostenible que llevó a una absurda separación. Digo absurda porque en contra de toda lógica en realidad fue una expulsión de Daniel Wylie del grupo que él mismo había formado. Esta historia me ha llegado en boca del propio Daniel Wylie, cosa que digo más que nada por lo de la credibilidad. Ambos dos lados de la ruptura han seguido publicando discos, uno con su nombre Daniel Wylie y los otros todavía con la etiqueta Cosmic Rough Ryders, pero sin alcanzar ni mucho menos las cotas de éxito que les hicieran una vez tocar juntos. Una historia curiosa pero muy triste. Si te interesa la música de este simpático artista (Daniel Wylie me refiero, claro) lo mejor es que te hagas con un recopilatorio de su discografía que publicó Rock Indiana el año pasado y que cuesta la friolera de 5€, como el resto de los discos del sello.
La segunda versión que toque fue "Coming Around" de Travis porque logré atreverme con otra de las canciones que estuve escuchando durante la semana. ¿La razón?.. no terminé de aprenderla y no me quedaba del todo bien. Se trataba de “Uptown Girl” uno de los muchos hits que tiene Billy Joel y que aparece en su disco "Innocent Man". Billy Joel es un tipo que no necesita presentación precisamente pero que no tiene muy buena prensa entre los eruditos de la música con los que me rodeo. Artista mainstream y paradigma de una época musical que alberga auténticas bombas de mal gusto se le suele asociar muchas veces con esos artistas de Kiss FM con un puntito hortera y que suenan tan de plástico. No es mi caso. A mí me parece un gran artista y aunque reconozco que entre su discografía es fácil encontrar bodrios difícilmente digeribles también reconozco que tiene canciones redondas y que como compositor llega a sitios donde muy poca gente llega. Creo que el principal problema de Billy Joel es la producción tan de la época que hace que sus discos envejezcan muy mal. Aun así alguien que ha escrito “uptown girl” o “Piano man” o “Just the way you are” desde luego tiene todos mis rendidos respetos.
Pero bueno, la verdad es que en estas dos semanas he escuchado poca música por múltiples y variadas circunstancias. Podría decir que ha sido debido a un curioso viaje que tuve que hacer la semana pasada por tierras rumanas, y más concretamente transilvanas, o podría decir que tengo un músico viviendo en mi casa con todo lo que eso implica pero no sería verdad. La verdad es otra. La verdad es que el fin de semana pasado daba dos conciertos acústicos y la semana que viene tengo que dar otro (jueves 20 de Noviembre, CC Arganzuela, Calle Canarias 17, 20:00 hrs)y eso es algo que me pone muy nervioso. Me he subido a un escenario cientos de veces pero siempre lo he hecho con la “camiseta” de los happy losers o colaborando con otros artistas que se llevaban las miradas y los gestos. Subirse uno sólo a un escenario para desnudarse emocionalmente y arroparse exclusivamente con una guitarra Martin & Co. para zurdos es muy distinto. Fascinante pero aterrador. Gratificante pero imponente. Por eso era incapaz de concentrarme en escuchar nada y lo poco o mucho que escuchaba siempre o pasaba de largo o cumplía el requisito técnico de tener que ver con ese momento en el que me subiría al escenario.
Mis canciones, tanto como Lukah boo como las de los Happy Losers, se olvidan y aprenden igual que las otras pero como de alguna manera son tuyas, basta con recordar los acordes y leer la letra para que la interpretación sea verídica. Buena o mala (ahí no entro) pero verídica. Otra cosa es cuando tienes que tocar canciones de otros… Los conciertos de la semana pasada en Albacete y Murcia eran compartidos con mi amigo Seba Rubin, artista argentino que lideraba la banda de Pop afincada en Buenos Aires conocida como Grand Prix. La discografía de esta banda revolotea en torno a sus dos magníficos discos “Hogar” y “Lejos”, este último publicado en España también por Rock Indiana. En la gira de presentación de este último disco por estas benditas tierras de la piel de toro nacional, gira que también completaba The Sunday Drivers y Santi Campos, fue cuando conocí a Seba y el resto de Grand Prix. Tras la truculenta ruptura del grupo hace unos años el amigo Rubin se embarcó en una interesante carrera en solitario firmada con ese peculiar apellido de origen desconocido y que hasta la fecha está compuesto por un fantástico EP (“Viva la vida”), un humilde pero genial disco genial de versiones (“Componé ladrón”) y su álbum de debut “Esperando el fin del mundo”. Hablar para mí de la música de Rubin o de Grand Prix es muy difícil y lo que pueda decir tiene un valor limitado puesto que los lazos afectivos son estrechos y eso lo condiciona todo. Aun así, haciendo un ejercicio de abstracción, creo sinceramente que “Esperando el fin del mundo” es un disco magnífico que todo amante del Pop, Power-Pop, Indie-Pop o como se le quiera llamar, debería tener en su casa. Encontrará allí referencias a Elvis Costello en “The opposite of me”, letras irónicas en “Odio el amor”, Aparente pero engañoso romanticismo naive en “Yo me quiero enamorar” o versiones imposibles y sorprendentes como “Victoria Gray”. En esos conciertos que hacíamos compartiendo escenario habíamos decidido cantar a dúo algunas de estas canciones y de ahí que las estuviese escuchando una y otra vez en mi ipod durante toda la semana.
Otro problema son las versiones. Es divertido tocar canciones que te gustan de otros artistas pero también corres el riesgo de este hecho anecdótico pase a ser lo importante de tu grupo o de tu actuación puesto que es mucho más fácil que alguien te recuerde si tocas “Yesterday” que si tocas algo que has escrito tu mismo. Enseguida me di cuenta hace años que cuando después de un concierto mucha gente decía que sobre todo le había gustado esa versión de Teenage Fanclub era porque era esa la única canción que habían reconocido. Es complicado decidir tocar versiones o no por este motivo y por eso yo nunca he sido muy aficionado a hacerlas y mucho menos a llenar los repertorios de canciones ajenas. En esta ocasión elegí un par de canciones que si bien eran versiones lo cierto es que muy poca gente las conoce.
La primera fue “Sometimes”, incluida en “Enjoy the melodic Sunshine” el para mí mejor disco de todos los que han sido publicados bajo el epígrafe de Cosmic Rough Ryders. La banda en un principio no era tal sino la etiqueta en la que se escondía el escocés Daniel Wylie para publicar sus composiciones. Con él mismo liderando el proyecto y el técnico de sonido con el que grababa haciendo las labores también de guitarrista, el señor Wylie grabó y público un par de discos prácticamente imposible de conseguir hoy que causaron bastante revuelo en el underground del indie británico. Tanto que Alan Mc Gee, mítico líder de Creation, decidió ficharlos para su nuevo sello de entonces Poptones. El amigo Wylie poco más o menos tuvo que improvisar una banda de circunstancias (que no exisitía) para que los gurús de Poptones pudiesen verlos en directo. El experimento debió salir bien porque afortunadamente se publico en esa etiqueta este “Enjoy the melodic Sunshine”. El disco es una deliciosa (para algunos empalagosa) colección de pop indie con raíz en el pop californiano de finales de los 60 y lo que muchos llaman Sunshine-Pop. Fue una especie de hit en su momento pero fundamentalmente en le marcado británico. En España pasó con más pena que gloria.
Por esas cosas que ocurren en la música el resto de miembros de la banda, recogidos a lazo para dar forma al proyecto, debieron de perder un poco la cabeza con el dinero o la fama y decidieron ganar más peso en la etiqueta Cosmic Rough Ryders de la que les correspondía, exigiendo cosas imposibles hasta el punto de llegar a una situación insostenible que llevó a una absurda separación. Digo absurda porque en contra de toda lógica en realidad fue una expulsión de Daniel Wylie del grupo que él mismo había formado. Esta historia me ha llegado en boca del propio Daniel Wylie, cosa que digo más que nada por lo de la credibilidad. Ambos dos lados de la ruptura han seguido publicando discos, uno con su nombre Daniel Wylie y los otros todavía con la etiqueta Cosmic Rough Ryders, pero sin alcanzar ni mucho menos las cotas de éxito que les hicieran una vez tocar juntos. Una historia curiosa pero muy triste. Si te interesa la música de este simpático artista (Daniel Wylie me refiero, claro) lo mejor es que te hagas con un recopilatorio de su discografía que publicó Rock Indiana el año pasado y que cuesta la friolera de 5€, como el resto de los discos del sello.
La segunda versión que toque fue "Coming Around" de Travis porque logré atreverme con otra de las canciones que estuve escuchando durante la semana. ¿La razón?.. no terminé de aprenderla y no me quedaba del todo bien. Se trataba de “Uptown Girl” uno de los muchos hits que tiene Billy Joel y que aparece en su disco "Innocent Man". Billy Joel es un tipo que no necesita presentación precisamente pero que no tiene muy buena prensa entre los eruditos de la música con los que me rodeo. Artista mainstream y paradigma de una época musical que alberga auténticas bombas de mal gusto se le suele asociar muchas veces con esos artistas de Kiss FM con un puntito hortera y que suenan tan de plástico. No es mi caso. A mí me parece un gran artista y aunque reconozco que entre su discografía es fácil encontrar bodrios difícilmente digeribles también reconozco que tiene canciones redondas y que como compositor llega a sitios donde muy poca gente llega. Creo que el principal problema de Billy Joel es la producción tan de la época que hace que sus discos envejezcan muy mal. Aun así alguien que ha escrito “uptown girl” o “Piano man” o “Just the way you are” desde luego tiene todos mis rendidos respetos.
Sonando ahora mismo en mi ipod: Nada.
7 comentarios:
Todos hacemos el gilipollas con cosas que interesan a muy pocos. Precisamente eso el lo que nos permite pensar que los que se lo pierden son los verdaderos gilipollas.
Un abrazo de:
un gilipollas que te lee...
Aquí otro gilipollas que había pinchado un par de veces la semana pasada este blog y se había extrañado de que allí siguieran los Dexys Midnight Runners. Y que no se iban, oyes.
Ganas hay de escuchar ese disco que ¿está grabándose? ¿se va a grabar? Vamos, que cuándo saldrá.
Gracias chicos...
Reconforta saber que hau alguien al otro lado.
Un abrazo,
pues yo también leo el blog. Hace escasas semanas lo descubrí navegando y lo visito a menudo mas después de ver tu concierto en Valencia donde tanto mi chica como yo disfrutamos mucho (de hecho así te lo comentamos en persona. Ella piensa que eres un "genio" y así te lo dijo,con lo que que imagino que hasta puedes recordar quienes somos).
Además esperamos con cierta ansiedad que publiques tu disco de debut. ¿hay fecha?
Un saludo desde Valencia
¡¡Muchas gracias popchef!!
Por supuesto que me acuerdo...
Un abrazo,
Lukah, muchas gracias por el blog! Lo sigo desde verano. Si puedes no lo dejes, es estupendo, escribe cuando te sea posible. Y avisa cuando salga el disco, claro. Un abrazo.
De gilipollas nada, hombre...
que ya ves que algunos lo seguimos con interés.
Es verdad que Billy Joel no es "cool" pero que maravillosa es Uptown Girl o new york state of mind...
Yo heredé sus vinilos sin querer y poco a poco le pillé el truco a Piano man, y mola.
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