Semana en la nada

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Lo difícil de intentar no renunciar a nada en esta carrera desenfrenada hacía la estupidez, que es en lo que ha convertido esta sociedad pseudodemocrática con fantasmagórico concepto de calidad de vida la natural acción de hacerse mayor, es que todo lo que hago está cogido con pinzas y que cualquier cambio de última hora, cualquier novedad imprevista, cualquier elemento ajeno a la desordenada rutina supone un problema generalmente insalvable. Mientras que imaginaba la semana como una placentera zambullida en esa quimera (cada vez más quimera) que motiva mi cerebro a grabar un disco en solitario manteniendo a distancia y a buen recaudo al resto de morlacos que como los “hombres grises” de Momo me roban el tiempo, la realidad ha sido exactamente todo lo contrario. Los morlacos se han desbocado hasta hacer herida y mi venerable sueño ha tenido que dormir en el sueño de los justos otra semana más. Es así, es la vida que he elegido (¿o no?) y tendré que convivir con ello pero no deja de ser frustrante y desolador, especialmente cuando llegas al final del día con la sensación de haber tirado por la borda ese suculento pastel que se pudre si no lo cuidas o lo gastas con criterio y que se llama tiempo. Si a un hecho tan concreto como clarificador se le une esta especie de astenia primaveral que como una cepa de gripe A se me ha colado en el alma me resultará más fácil justificarme en defender que ni mi cuerpo ni mi cerebro esté anímicamente preparado para emocionarse por muchas cosas.

Y es que de las cosas que más ansiedad me provoca en estos casos es que precisamente no tener el tiempo que yo necesito como una droga dura para escuchar música. El acto de escuchar un disco no puede ir indisolublemente acompañado a ser la banda sonora de fondo ni algo que suena mientras estás con el corazón en un puño dilucidando otra cosa que no tiene nada que ver. No, escuchar música es escuchar música y en algún momento ese fenómeno requiere ponerse a pensar, degustar, deglutir y masticar todo todo lo que está pasando a través de tus orejas que es lo que fundamentalmente me ha faltado esta semana. Aun así algo he podido sacar en claro...

Tenía muchísimas ganas de escuchar el último trabajo de uno de los grupos que mas me han gustado en los últimos años, los franceses Phoenix. Como mucha otra gente llegue al talento de esta gente a través de esa maravilla del celuloide llamada “Lost in Traslation” en cuya banda sonora aparecía ese temazo llamado “So Young” que formaba parte del primer disco de los franceses “United”. Desde entonces la banda ha publicado otro par de álbumes interesantes hasta llegar a su última entrega “Wolfgan Amadeus Phoenix” que ha sido el disco que más he escuchado esta semana con mucha diferencia. El grupo de la actual pareja del Sophia Coppola (momento prensa del corazón) ha conseguido a través de su ya sólida carrera hacerse con una sonido propio y original que bebe de muchas fuentes reconocibles pero que consiguen aderezar de una forma peculiar y personal que les da una personalidad nada común en muchos de sus colegas contemporáneos. Esa vuelta de tuerca a la nueva ola, al post-punk, al flirteo con los sintetizadores, el toque ochentero,.. acaba cuajando en un cocktail creíble y sabroso que además sirve como vestido perfecto de lo que es el verdadero corazón de la banda: las canciones. En esta última entrega el grupo da un paso de gigante en lo que se refiere a solidez, sonido y producción. Es fantástica, sin peros. Original, arriesgada sin caer en lo histriónico y complicada sonando simple. Cantan mejor que nunca, tocan mejor que nunca y cada instrumento del cuarteto tiene un papel protagonista sin que se pisen unos a otros. El disco empieza fuerte y acaba fuerte en un gran ejercicio de coherencia, profesionalidad y talento. Entiendo las buenas críticas que había leído al respecto y las comparto aunque sinceramente creo que le falta algunos hits para ser realmente un disco soberbio. En ese sentido creo que el álbum carece de esos singles inapelables que han aparecido en todos sus discos, incluido en su anterior “It’s never been like that”. Una pena porque con ellos sería algo verdaderamente importante pero independientemente de ello es un gran disco que merece la pena tener y escuchar. Los franceses juegan ya por méritos propios en la primera división como pude comprobar hace un par de años en el Summercase madrileño.

Hace unas semanas me pasaron un “artefacto sonoro” llamado “Wavvves” que venía firmado con el enigmático y bizarro nombre Wavves. El amigo que me lo pasó lo hizo a tenor de mi comentario en esta misma bitácora al respecto de The pain of being pure at heart y mi, al parecer sorprendente, afición a los sonidos cercanos al noise-pop. Bien, todo lo anterior es cierto pero lo malo de utilizar etiquetas es que estas engloban una tendencia, un tipo de sonido, unas características de referencia pero afortunadamente dentro de la misma etiqueta puedes viajar desde el cero al infinito. No es el caso pero tampoco ha resultado ser para este que escribe el “magnífico” disco que me habían pasado. Se trata de un atrevido gesto de pop alternativo que traza sus cimentos en elementos ya clásicos como el noise-pop, el low-fi o el rock alternativo pero también en parámetros mucho más clásicos todavía como el surf, el beat o el pop. Tirando de Pavement y Guided by Voices tanto como de los grupos de surf-punk americanos estos Wavves (en realidad nombre tras el que se esconde su líder Nathan Willians) construyen un acelerado disco que contiene un buen puñado de píldoras de pop lo-fi bañado de muchas capas de música independiente. La propuesta no me asusta (al contrario) pero no consigo encontrar canciones que me lleguen y el disco en conjunto me resulta demasiado largo y a tenor de la repetitiva propuesta incluso demasiado homogéneo. De todas formas puede que no fuese esta semana la mejor época para zambullirse en una propuesta de este tipo. Quién sabe...

Y poco más. El resto del tiempo lo que he tenido entre manos era uno de esos discos que no necesitas escuchar de principio a fin para poder disfrutarlo. Uno de esos discos que no necesitan dedicación exclusiva para poder dar la sensación de gran disco. Hace unos día veía “The Visitor” en el cine y ello me hizo repescar de mi discografía todos esos CDs donde aparece ese genio genuino de vida fascinante y disipada llamado Fela Kuti y en concreto este “Afrobeat Nirvana” que recoge algunas de las “figuras” del continente olvidado y que
repasa todos esos estilos de color negro que bordean el Jazz a través de ritmos imposibles. Un disco fundamental para semanas como esta.

Sonando ahora mismo en mi ipod: “Thoughts and Prayers” - Ron Sexmith (Exit Strategy of the Soul)

3 comentarios:

Anonymous dijo...

lukah, ¿para cuando tu disco?
cada vez que oigo en tu myspace las canciones me entra bastante ansiedad. Espero que pronto pueda comprar tu cd.

lukah boo dijo...

Muchas gracias Anónimo, acabas de ponerme muy contento.
La idea era tenerlo antes del verano pero va a ser imposible así que la idea ahora es que sea antes de final de año. Espero poder cumplirlo esta vez.
Gracias otra vez,

Anonymous dijo...

Gracias LUkah. Espero que vengas a Valencia de nuevo a presentar el disco.
Espero que no lo demores mas. Esas canciones se merecen ser grabadas en un cd que espero con impaciencia.

Jorge (el anónimo)

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